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2º AÑO DE CONFIRMACIÓN - Catequesis Familiar Salta

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Si hoy hiciéramos una encuesta entre muchos bautizados, descubriríamos una<br />

gran verdad, obviamente triste, pero cierta, al fin. La sociedad secularizada no<br />

encuentra el sentido de ir a celebrar el día del Señor; ha perdido el valor de la virtud de<br />

la religión.<br />

El hombre religioso expresa su ligación a Dios con actos especiales; la adoración<br />

al Señor exige actos externos. Ocurre como en el amor humano en el que si no están<br />

estas manifestaciones exteriores, no se conocen los sentimientos profundos del<br />

corazón.<br />

“El domingo, día destinado al culto y al descanso, supera en dignidad a las<br />

jornadas laborales: Dios bendijo este día y lo santificó, porque en él había cesado de<br />

toda obra en su actividad creadora”. (Gen 2,3).<br />

Nuestro descanso y nuestra recreación deben ser ofrecidos al Señor, llenos de<br />

alegría cristiana y fraternidad, sin olvidar agradecer el poder descansar y recrearnos.<br />

Decíamos que desde la Creación, Dios Padre nos enseña a santificar el séptimo<br />

día, el “shabbat”: que fue su gozoso descanso. Se instauró un día dedicado a Dios.<br />

Luego de la resurrección de Cristo, el primer día de la semana, los cristianos<br />

celebramos la nueva creación, “el octavo día”. Es el día de Cristo luz y eternidad, es el<br />

día del Espíritu, el día de la Fe.<br />

La celebración del domingo se constituye en un elemento característico de la<br />

identidad cristiana. El domingo es un día irrenunciable para los cristianos.<br />

El domingo es “la fiesta primordial”, “el fundamento y el núcleo” de todo año<br />

litúrgico. “Considerando globalmente sus significados y sus implicaciones, es como<br />

una síntesis de la vida cristiana y una condición para vivirlo bien” (Dies Domini, 81).<br />

Es en efecto el día de Cristo Resucitado, y por tanto trae consigo la memoria de<br />

lo que es el fundamento mismo de la fe cristiana (1Cor 15, 14 – 19). “Aunque el<br />

domingo es el día de la resurrección, no es sólo el recuerdo de un acontecimiento<br />

pasado, sino que es celebración de la presencia viva del Resucitado en medio de los<br />

suyos”.<br />

La celebración de la Eucaristía es de hecho el “corazón del domingo”. (Año de la<br />

Eucaristía sugerencias y propuestas 8).<br />

Somos un pueblo peregrino, que nos reunimos en nuestra asamblea Eucarística<br />

dominical, para alimentarnos de la Palabra y del Cuerpo de Cristo, en un banquete<br />

pascual y en un encuentro fraterno, para pasar de la Misa a la “Misión”.<br />

“Cuando se ha tenido verdadera experiencia del Resucitado, alimentándose de<br />

su cuerpo y de su sangre, no se puede guardar la alegría sólo para uno mismo. El<br />

encuentro con Cristo, profundizado continuamente en la intimidad eucarística, suscita<br />

en la Iglesia y en cada cristiano la exigencia de evangelizar y dar testimonio. La<br />

despedida al finalizar la Misa es como una consigna que impulsa al cristiano a<br />

comprometerse en la propagación del Evangelio y en la animación cristiana de la<br />

sociedad”. (Carta Apostólica Mane Nobiscum Domine 24. Juan Pablo II).<br />

Existe el precepto dominical, y está en nosotros hacer que éste se cumpla en una<br />

celebración gozosa, atrayente, participada, animada por el canto, en la cual<br />

agradecemos y alabamos al Padre y actualizamos la ofrenda sacramental de su único<br />

sacrificio.<br />

Recordemos que la Iglesia utiliza un término propio “Memorial” para referirse a la<br />

Eucaristía. Dice el Catecismo de la Iglesia Católica en su Nº 1364: “Cuando la Iglesia<br />

celebra la Eucaristía, hace memoria de la Pascua de Cristo y ésta se hace presente: el<br />

sacrificio que Cristo ofreció de una vez para siempre en la cruz, permanece siempre<br />

actual. Cuántas veces se renueva en el altar el sacrificio de la cruz, en el que Cristo,<br />

nuestra Pascua, fue inmolado, se realiza la obra de nuestra redención”.<br />

Pero no debemos reducir a la participación en la Eucaristía la “santificación” del<br />

domingo: el día del Señor debe ser vivido en una práctica que sea nuestro<br />

agradecimiento a la obra salvífica de Dios, y nuestro compromiso a vivir según las<br />

enseñanzas de Cristo.<br />

Ahora, reflexionemos: ¿de qué me vale decir que creo que Jesús es el Salvador<br />

si no participo de la redención actualizada y vivida en cada Eucaristía? (escuchar).<br />

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