2º AÑO DE CONFIRMACIÓN - Catequesis Familiar Salta
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El anuncio de la resurrección va a ser la piedra angular sobre la que va a<br />
asentarse el mensaje cristiano de vida eterna hasta el fin de los tiempos. Los<br />
apóstoles van a ser testigos de la resurrección. Quienes a lo largo de los siglos les<br />
sigan en la labor de proclamar el Mensaje de Cristo también serán testigos de la<br />
misma resurrección.<br />
• El Espíritu Santo es siempre unidad de fe y de amor. Los primeros<br />
seguidores de Cristo lo comprenden y sienten la presencia de ese Espíritu que los<br />
llama a vivir unidos por la fe en Jesucristo. El Espíritu los convoca y ellos responden<br />
a la llamada. Se reúnen para escuchar las enseñanzas de los apóstoles porque<br />
quieren conocer más a Jesús a quien acaban de descubrir. Se miman unos a otros<br />
y se aman formando una comunidad de amor. Sencillamente se llevaban bien. Es<br />
impresionante que ya desde el principio haya un algo que cimienta esa fe y esa<br />
caridad: Es la fracción del Pan. Lo había dicho Él: “Haced lo mismo en memoria<br />
mía” (Lc. 22, 19).<br />
Dice la Iglesia: “La Sagrada Eucaristía culmina la iniciación cristiana. Los<br />
que han sido elevados a la dignidad del sacerdocio real por el Bautismo y<br />
configurados más profundamente con Cristo por la Confirmación, participan por<br />
medio de la Eucaristía con toda la comunidad en el sacrificio mismo del Señor.<br />
Nuestro Salvador, en la última Cena, la noche en que fue entregado, instituyó el<br />
sacrificio eucarístico de su cuerpo y su sangre para perpetuar por los siglos, hasta<br />
que vuelva, el sacrificio de la cruz y confiar así a su Esposa amada, la Iglesia, el<br />
memorial de su muerte y resurrección, sacramente de piedad, signo de unidad,<br />
vínculo de amor, banquete pascual en el que se recibe a cristo, el alma se llena de<br />
gracia y se nos da una prenda de la gloria futura”. CATIC 1322 – 1323).<br />
La Conferencia Episcopal Argentina en su documento “Navega Mar<br />
Adentro” nos dice:<br />
“Una vez más repetimos que hoy la patria requiere algo inédito para superar<br />
la situación en la que nos encontramos. Al mismo tiempo, reconocemos un firme<br />
llamado del Espíritu a través del Papa Juan Pablo II, que nos impulsa a inaugurar<br />
con firmeza y perseverancia una nueva etapa de la evangelización de nuestro<br />
pueblo. El mandato misionero nos introduce en el tercer milenio invitándonos a<br />
tener el mismo entusiasmo que los cristianos de los primeros siglos. Para ello<br />
contamos con la fuerza del Espíritu, que fue enviado en Pentecostés y que hoy nos<br />
impulsa a partir animados por la esperanza.<br />
La Iglesia en la Argentina quiere asumir un nuevo dinamismo pastoral y<br />
recrear un intenso ardor evangelizador. El Gran Jubileo, como toda experiencia de<br />
gracia, ha cumplido la función de desentumecer nuestras piernas para el camino<br />
que nos espera. Convertirnos es también renunciar a la inercia y a la comodidad.<br />
Hay un nuevo camino que emprender, colmados de una esperanza que no<br />
defrauda. No vale la pena demorar la partida.<br />
El evangelio de Jesús nos ofrece motivos de sobra para alentar esta<br />
peregrinación evangelizadora. Su mensaje es el que necesitamos escuchar<br />
para alcanzar una vida mejor. No hay excusas que justifiquen la dejadez y<br />
las demoras. El Espíritu Santo puede infundirnos toda la fuerza y el impulso<br />
que nos hace falta. María es el signo de esperanza más bello que podemos<br />
pedir. Naveguemos mar adentro nutridos por la Palabra y reconfortados en<br />
el banquete de la Eucaristía.<br />
Que Jesús resucitado, el cual nos acompaña en nuestro camino, dejándose<br />
reconocer como a los discípulos de Emaús al partir el pan (Lc. 24,30), nos encuentre<br />
vigilantes y preparados para descubrirlo y correr hacia nuestros hermanos<br />
llevándoles el gran anuncio: ¡Hemos visto al Señor! (Jn 20, 25). (NMA. 98, 99, 100).<br />
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