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2º AÑO DE CONFIRMACIÓN - Catequesis Familiar Salta

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para ese entonces Sara habrá tenido un hijo”. Mientras tanto, Sara había estado<br />

escuchando a la entrada de la carpa que estaba justo detrás de él”.<br />

Desde este relato, veamos cómo evoca Roublev, a partir de la “hospitalidad de<br />

Abraham”, el Misterio de la Trinidad. Comparemos su versión con otro ícono (figura 1)<br />

que evoca el mismo tema.<br />

Percibimos, en la obra de Roublev, una notable simplificación. Ante todo, ha<br />

ubicado el “decorado” de la escena en la parte superior, en un espacio restringido. La<br />

casa, el árbol y la colina se redujeron a la función de símbolos. Abraham y Sara han<br />

desaparecido. Sobre la mesa no hay más que una copa, de la que no se habla en el<br />

texto bíblico. Los tres ángeles ocupan la casi totalidad del ícono, y la perspectiva<br />

invertida los aproxima al espectador.<br />

A través de estos elementos Rouvlev ha desplazado el tema: la hospitalidad de<br />

Abraham se ha transformado en una contemplación silenciosa del Dios Trinitario que<br />

se ha aproximado al hombre. No es ya la hospitalidad del patriarca lo que<br />

contemplamos, sino el inefable misterio de la trinidad.<br />

Un ícono, y particularmente éste, pide que le regalemos parte de nuestro tiempo,<br />

para que lo contemplemos verdaderamente. Porque es necesario, de alguna<br />

manera, dejarnos impregnar por todo lo que él refleja.<br />

Comencemos ahora a admirar la belleza de los Tres que ocupan la casi totalidad<br />

del espacio visual, apreciemos la fineza y la dulzura de los rostros, su semejanza<br />

perfecta, la paz serena que emana del conjunto, la comunión impresionante entre<br />

ellos, su “movimiento inmóvil.<br />

Roublev ha querido representar tres ángeles a la vez muy semejantes y muy<br />

diferentes. Pensando en las Personas divinas, ha querido subrayar su igualdad, su<br />

común divinidad, y a la vez, la unicidad de cada Persona. Cada uno se parece al otro,<br />

y, sin embargo, cada uno posee su especificidad.<br />

Sus rostros (Fig.2) poseen sin duda una cierta gravedad, pero también, y aún<br />

más, una asombrosa dulzura, una paz inmensa. Son seres de paz y de ternura.<br />

Roublev nos permite vislumbrar un Dios infinitamente compasivo, lleno de amor por<br />

una humanidad abrumada de sufrimientos, un Dios próximo a los hombres, colmado<br />

de piedad y de ternura, un Dios de una paz y dulzura infinitas. Es el “dios de ternura y<br />

de piedad” del que habla la Biblia. Ante este Dios bondadoso podemos sentir una gran<br />

confianza, que quizás sea el primer fruto de nuestra contemplación.<br />

Los tres personajes configuran un círculo (Fig.3). pero más propio es hablar de<br />

un movimiento circular entre ellos, sugerido por sus miradas, por el juego de sus<br />

manos, por la inclinación de sus cabezas. Todo expresa claramente una comunión<br />

extraordinaria entre los tres. Se podría decir que mantienen una conversación<br />

silenciosa, hecha de miradas y gestos. Una vez que hemos “entrado” en este<br />

misterioso círculo divino, nos importa buscar con la mirada sobre qué reposa este<br />

movimiento circular, cuál es el centro, no el centro geométrico, sino el centro real,<br />

fundamental.<br />

Ese centro de los tres personajes es la copa. (Fig.4), que atrae claramente<br />

nuestra mirada. Las tres personas la rodean y, además, la copa está ubicada en el<br />

corazón de una copa más grande que dibujan los dos ángeles laterales. Esta<br />

centralidad indica que el tema de la conversación divina no puede ser otro que la copa.<br />

La tradición es unánime en afirmar que esta copa es la copa eucarística. Colocada<br />

sobre un altar, pintada sobre un iconostasio detrás del cual se desarrolla la divina<br />

liturgia, cercana a las puertas que dan acceso al sacrificio eucarístico, esta copa no<br />

puede tener otro sentido.<br />

En su eternidad inaccesible, el Dios Trinitario conversa alrededor de una Copa en<br />

la que converge la Bondad sobreabundante de su Corazón.<br />

Pero, para aproximarnos más al coloquio divino, es necesario identificar a los<br />

ángeles: quién entre ellos es el Padre, quién es el Hijo y quién es el Espíritu Santo.<br />

El ángel central simboliza al Padre; el ángel a su derecha (por lo tanto a<br />

nuestra izquierda) es el Espíritu; el ángel a su izquierda (a nuestra derecha) es el<br />

Hijo.<br />

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