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2º AÑO DE CONFIRMACIÓN - Catequesis Familiar Salta

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lo que podemos darle, y especialmente nuestro amor, nuestro cariño, nuestro<br />

respeto y nuestra solidaridad.<br />

• Construimos la paz en nuestras comunidades, en las comunidades<br />

parroquiales, dejando de lado todo egoísmo, entregando el amor que Jesús nos<br />

dejó, para que vean que somos sus discípulos.<br />

• Construimos la paz en nuestras relaciones de trabajo, atendiendo a los<br />

compañeros, brindándoles nuestro afecto, nuestra atención, interesándonos por<br />

sus inquietudes.<br />

• Construimos la paz en nuestra sociedad, en el país que tanto amamos, o<br />

decimos hacerlo, tratando de estar en paz y conservando la paz, con los que<br />

piensan distinto de nosotros, ofreciéndoles nuestro mensaje, sabiendo que a<br />

los mejor no será recibido, pero demostrándoles nuestra disponibilidad para<br />

estar junto a ellos, entendiendo que el consenso es fruto de buscar las cosas<br />

comunes de nuestros disensos.<br />

El corazón nuevo, fruto de la redención que Jesús nos trajo, fruto del Amor<br />

que Él nos enseñó, nos llevará a ser hombres de buena voluntad, y edificar con<br />

esfuerzo, sacrificio y amor el mundo nuevo donde reinará el amor y así también<br />

reinará la paz.<br />

SHALOM<br />

Cuando analizamos la historia de la humanidad nos vamos a encontrar con que<br />

desde la confrontación entre Caín y Abel hasta nuestro presente pareciera que la<br />

naturaleza humana, corrompida por el pecado, no puede encontrar la paz sin la<br />

eliminación de aquello que se siente que se le quita.<br />

Las dos grandes guerras del siglo XX y la suma de calamidades y muertes que<br />

acarrearon, sentaron las bases para el nacimiento del pacifismo contemporáneo por el<br />

que tanto bregamos los hombres de buena voluntad, empapado del pensamiento<br />

existencialista dónde los filósofos se preguntaron sobre el sentido de la existencia<br />

humana.<br />

En este marco de reflexión conciliar iluminó a Juan XXIII para escribir la encíclica<br />

Pacem in Terris” con la que estableció la Jornada Mundial de Oración por la Paz en la<br />

que año a año los Papas nos han brindado sendos mensajes y lemas para que nos<br />

ayudaran a encontrar los caminos que nos lleven a la Paz.<br />

¿Qué hace que el hombre sea tan violento y le cueste tanto encontrar la<br />

paz?<br />

Ciertamente que el relato bíblico de Caín y Abel nos señala las pasiones<br />

humanas que entran en juego para que el hombre se convierta en asesino de su<br />

hermano. Pero si hilamos fino veremos que la agresión entre hermanos ya se muestra<br />

en el hogar familiar, que revela infinidad de peleas causadas por la envidia, el recelo,<br />

la ambición o los conflictos por el espacio que ocupamos.<br />

Deberíamos preguntarnos acerca de qué paz buscamos, pues podemos<br />

decir que existen en el hombre dos clases de estados de paz: la paz prestada y la<br />

paz propia.<br />

Si sostenemos nuestra paz sobre la base de lo que nos dan los demás, la<br />

amistad, el honor, la confianza, el trabajo, el aplauso, la salud, nos encontraremos que<br />

cuando perdemos por alguna causa alguna de esas cosas que nos han dado los<br />

demás empieza un conflicto interior en cada uno de nosotros que incluye largas<br />

noches de insomnio, agresividad, irritabilidad, ansiedad, violencia que con frecuencia<br />

resumimos en una frase: no tengo paz.<br />

Vivíamos en paz hasta que nos ocurrió tal o cual cosa, nos enfermamos,<br />

perdimos el trabajo, nos defraudó un amigo, discutimos con un hermano, nos perdieron<br />

la confianza, fracasamos en un proyecto, de ahí a la violencia exterior hay solo un<br />

paso si no somos dueños de una paz que nos es propia.<br />

¿Pero cuál es la paz propia? ¿Cuál es la paz que no podemos perder? ¿Cuál es<br />

la paz que más allá de los conflictos que vivamos no nos quita el sueño ni la<br />

esperanza? La “paz propia” es la que nos da Cristo.<br />

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