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2º AÑO DE CONFIRMACIÓN - Catequesis Familiar Salta

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Jesús reafirmó: "¿Esto os escandaliza? ¿Y cuándo veáis al Hijo del hombre subir a<br />

donde estaba antes? El Espíritu es el que da la vida, la carne no sirve para nada" (Jn<br />

6, 61-63).<br />

Jesús habla aquí de su ascensión al cielo cuando su Cuerpo terreno se entregue<br />

a la muerte en la cruz, se manifestará el Espíritu "que da la vida". Cristo subirá al<br />

Padre, para que venga el Espíritu. Y, el día de Pascua, el Espíritu glorificará el Cuerpo<br />

de Cristo en la resurrección.<br />

La Espera<br />

Una vez cumplida la Ascensión del Señor a los Cielos, “Volvieron a Jerusalén,<br />

con gran alegría”. ¿Qué fe era esa que los hacía gozar al separarse del maestro? Si<br />

bien es cierto que los ángeles les habían asegurado que volverían a ver al Señor, pero,<br />

¿qué hacer mientras tanto con ese mundo sin Dios? En los diez días que faltaban para<br />

Pentecostés habrían de armarse de valor para vivir en una tierra que ya no acogería la<br />

mirada amable del Salvador. Era el tiempo de prueba. Era el momento de hacerse<br />

fuertes en la fe “Resístanle firmes en la fe, sabiendo que nuestros hermanos en este<br />

mundo se enfrentan con persecuciones semejantes” (1Pe. 5,9). Era la fe en ese Jesús<br />

resucitado que había de regresar lo que les daba ánimos y los hacía superar la tristeza<br />

de la separación.<br />

Tendrían que recurrir a la oración para descubrir su presencia. Habría que<br />

remontar, corriente arriba, los recuerdos para ir encontrando la luz que El les había ido<br />

dejando para cuando llegasen los problemas. Habría que encargar a alguien que fuese<br />

reuniendo, y escribiendo, el tesoro disperso de sus palabras, los momentos más<br />

significativos de su vida, para que el tiempo no arramblase con ellos. Tendrían que ir<br />

aprendiendo a caminar unidos, a sacudirse después de las caídas, a esperar del Señor<br />

la fuerza de cada día. Había terminado el primer libro de Lucas, con todo lo que Jesús<br />

fue haciendo y enseñando; empezaba el segundo, en que los apóstoles irían<br />

aprendiendo a ver el mundo con los ojos de su propio corazón: “Que el Dios del Señor<br />

nuestro Jesucristo…ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis”.<br />

Ahora era necesario parar un poco, para ir asimilando tantas cosas. Orar juntos –<br />

con María, la Madre de Jesús -, y ensanchar el corazón para hacerlo capaz de acoger<br />

esa nueva presencia de Jesús, “Su Espíritu”. “Hasta que os revistáis de la fuerza de lo<br />

alto”. “Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser<br />

mis testigos en Jerusalén, en Judea, en Samaría y hasta los confines del mundo”.<br />

¿Qué sigue haciendo María después de la Ascensión de su Hijo?<br />

La respuesta a esta pregunta la encontramos en dos documentos marianos: “Fue<br />

una vida de tan perfecta comunión con el Hijo, que compartió sus alegrías, dolores y<br />

triunfos. Y también después de la Ascensión de Jesús al cielo. Ella permaneció unida a<br />

El con ardentísimo amor, mientras con fidelidad cumplía la nueva misión de Madre<br />

Espiritual del discípulo amado y de la naciente Iglesia. Puede, por lo tanto, afirmarse<br />

que toda la vida de la humilde esclava del Señor, desde el momento de ser saludada<br />

por el ángel hasta su asunción en alma y cuerpo a la gloria celestial, fue una vida de<br />

amoroso servicio”. (Signum Mágnum. Nº 14 Pablo VI). “María, que desde el principio<br />

se había entregado sin reservas a la persona y obra de su Hijo, no podía dejar de<br />

volcar sobre la Iglesia esta entrega suya materna. Después de la Ascensión del Hijo,<br />

su maternidad permanece en la Iglesia. Con su amor materno cuida de los hermanos<br />

de su Hijo, que todavía peregrinan y se hallan en peligros y ansiedad hasta que sean<br />

conducidos a la patria bienaventurada”. (Redempotoris Mater. Juan Pablo II, Nº 40).<br />

¿A qué sube Jesús al cielo?<br />

La respuesta la encontramos en el llamado “Prefacio” de la misa de la Ascensión:<br />

“Porque Jesús, el Señor, el rey de la gloria, vencedor del pecado y de la muerte, ha<br />

ascendido hoy, ante el asombro de los ángeles, a lo más alto del cielo, como mediador<br />

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