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2º AÑO DE CONFIRMACIÓN - Catequesis Familiar Salta

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“El Icono de la Santísima Trinidad”<br />

-De Andrei Rubliev-<br />

Iniciemos nuestro itinerario contemplativo con una pregunta: ¿Qué es un icono,<br />

palabra griega que significa “imagen”, y que se aplica a cierto tipo de “cuadros” propios<br />

de la Iglesia cristiana oriental?<br />

Con la condición de darle al término un sentido amplio, por otra parte tradicional,<br />

responderemos que el icono es “sacramento”, en cuanto representa el misterio de<br />

Dios. lo representa, pero no como lo hace una fotografía. Dios, que está más allá de<br />

todo, no puede ser representado de esa manera.<br />

Lo representa en cuanto el ícono es camino que nos conduce al encuentro con<br />

Dios.<br />

En el ícono la representación es presencia y no reproducción. En otros términos,<br />

el ícono no pretende ser medida de lo divino, ya que se transformaría entonces en un<br />

ídolo, objeto que se agota en lo visible. El ícono nos llama a atravesar lo visible para<br />

dejarnos alcanzar por lo invisible.<br />

Por este motivo, un ícono no se mira como un cuadro. Se lo venera. Es un<br />

llamado que nos invita a la contemplación del misterio de Dios. El pintor de íconos reza<br />

antes de pintar. Consagrado para esta obra, pide a Dios que dirija sus manos. El<br />

ícono, concebido y elaborado en la oración, es para la oración. Es don de Dios que se<br />

acoge en la acción de gracias, sacramento de la Presencia que convoca nuestra<br />

presencia.<br />

El ícono de la Trinidad fue pintado por Roublev entre 1422 y 1427 para el<br />

iconostasio dela iglesia de un monasterio situado a unos ochenta kilómetros al noreste<br />

de Moscú.<br />

Roublev se inspiró en los que podemos llamar la revelación veterotestamentaria<br />

de la Trinidad, es decir, en el pasaje del Gen 18, 1 – 10, conocido como “La<br />

hospitalidad de Abraham”. He aquí el texto: El Señor se apareció a Abraham junto al<br />

encinar de Mambré, mientras él estaba sentado a la entrada de su carpa, a la hora de<br />

más calor. Alzando los ojos, divisó a tres hombres que estaban parados cerca de él.<br />

Apenas los vio, corrió a su encuentro desde la entrada de la carpa y se inclinó hasta el<br />

suelo, diciendo: “Señor mío, si quieres hacerme un favor, te ruego que no pases de<br />

largo delante de tu servidor. Yo haré que les traigan un poco de agua. Lávense los pies<br />

y descansen a la sombra del árbol. Mientras tanto, iré a buscar un trozo de pan, para<br />

que ustedes reparen sus fuerzas antes de seguir adelante. ¡”Por algo han pasado junto<br />

a su servidor!”. Ellos respondieron: “Está bien. Puedes hacer lo que dijiste”. Abraham<br />

fue rápidamente a la carpa donde estaba Sara y le dijo: ¡”Pronto! Toma tres medidas<br />

de la mejor harina, amásalas y prepara unas tortas”. Después fue corriendo hasta el<br />

corral, eligió un ternero tierno y bien cebado, y lo entregó a su sirviente, que de<br />

inmediato se puso a prepararlo. Luego tomó cuajada de leche, y el ternero ya<br />

preparado, y se lo sirvió. Mientras comían, él se quedó de pie al lado de ellos, debajo<br />

del árbol. Ellos le preguntaron: “¿Dónde está Sara tu mujer?”. “Ahí en la carpa”, le<br />

respondió. Entonces uno de ellos le dijo: “Volveré a verte sin falta en el año entrante, y<br />

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