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EL HÚSAR NEGRO

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si fueran las nubes domésticas que aprisionara en su interior,<br />

a falta de verlas en el cielo, haciéndolas y deshaciéndolas<br />

con los ganchos que brillaban a la luz del<br />

quinqué como estiletes a los que quisiera, inútilmente,<br />

clavar en la vida. El grito volvió a encresparse. Acudió<br />

saborendo la aromática yerbabuena, cuya lenta degustación<br />

no podría seguramente disfrutar frente al acoso<br />

materno.<br />

Al subir al ático, encontró a su madre extrañamente<br />

animada, como si ésta se hubiera intoxicado con éter, o<br />

hubiese tomado demasiadas infusiones de coachalalate<br />

en ayxmas. Entonó una canción que no alcanzó a comprender,<br />

tal como le resultaban inaprehensibles cada tarde<br />

las lascivas murmuraciones del gallego Constancio<br />

(llamado "el charrito"), y de "pata de palo". Se le ocurrió<br />

que, quizá, podría todavía alcanzar los últimos menjules,<br />

repitiendo su visita, antes de que las hordas de<br />

empleadillos empezaran a pedir cubas libres, a la salida<br />

de sus honrados y estúpidos trabajos.<br />

Su madre decidió finalmente terminar de hurgar en el<br />

baúl que dejara el abuelo. Con los dedos largos, trémulos,<br />

acarició irnos papeles amarillentos. Lo miró como si<br />

hubiera aparecido esa misma tarde en el inhóspito cielo<br />

azul la nube que revelara su destino. Sin saber, a ciencia<br />

cierta, a qué atribuirlo, se regocijó con ella, su pequeña<br />

gibosidad pareció allanarse en la espalda que casi se<br />

volvió recta. Sintió que había tomado no los tres menjules,<br />

sino cinco o siete (como había previsto). Se sintió transfigurado<br />

como si por un momento acompañara en sus<br />

correrías a Laurent de Graff en Pitiguao, Guaricos o Tortuga,<br />

luego de haber vencido a la almiranta de la Armada<br />

Española, cuando farfullando, su madre exclamó:<br />

"¡somos ricos, nuevamente ricos!", y a continuación, "¡estaba<br />

en las nubes, ellas lo decían!".<br />

Diego Blanco casi le arrebató los documentos: no pudo<br />

leer con claridad... En una isla de las antillas, en el seno<br />

mexicano, los Blanco eran herederos de una vasta finca.<br />

Por primera vez se sintió orgulloso de ser un Blanco,<br />

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