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sa sardónica. El doctor Destouches se detuvo a mitad de<br />
vm parlamento, cuando explicaba, precisamente, la extinción<br />
de la idiota raza blanca por excesos, crápulas, coches,<br />
usura y religiones... La luz se había concentrado sobre las<br />
manos morenas en las que el ojo del tigre reflejaba su<br />
poder. Los perros, desacostiunbrados al silencio, aullaban<br />
quedamente y los papelotes, colgados para su oreado y<br />
revisión, parecían brillar como el fuego rojo delpaHacate.<br />
El caballero Destouches dejó de hablar mientras trataba<br />
de atisbar el misterio del joven médico. La tarde reposaba<br />
como vm animal tendido, hinchándose más de color,<br />
como si el cielo concentrara una luz que bañara la cabeza<br />
desolada del doctor, inclinada entonces frente al<br />
maletín que un gendarme hubiera creído propio de<br />
desollamientos meticulosos y crímenes ejecutados encallejones<br />
y tugurios.<br />
Se acercaba la hora de las clases de baile de Lucette.<br />
El doctor Destouches debía espabilarse pues las alumnas<br />
estaban por llegar. Ya su presencia las asustaba, el calzado<br />
tan maltratado, las camisetas sórdidas, las mascadas<br />
de seda pringosas, la mala fama, el descrédito, su jauría<br />
amenazante... Sólo faltaba que lo encontrasen mirando<br />
un maletín sospechoso, traído por un joven médico de<br />
intenciones dudosas, embelesado como un zoquete, frente<br />
a los tesoros del hechicero; drogado por el destello del<br />
ojo de tigre, dispuesto a soñar en paliacates rojos. Mas<br />
nuevamente miró al joven doctor; advirtiendo en él la<br />
señal del que siempre será infeliz, de lo trunco, de lo inacabado.<br />
La preciosa marca diabólica de los elegidos. Se<br />
dirigió al librero para tomar el volumen titulado: Apuntes<br />
sobre la dermatitis en África, escrito durante su<br />
estancia en Bikobimbo y Dipikar que precediera a su célebre<br />
tesis sobre el doctor húngaro Semmelweis. Lo entregó<br />
como vma ofrenda sacrilega en sus manos morenas, y<br />
se retiró presto como si el ardor de los objetos del maletín<br />
pudiera quemar, en él, el signo de la putrefacción, signo<br />
de la difícil salvación de los mejores.<br />
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