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del desmoronamiento y el reino de la nada, de forma tan<br />
rotunda que harían irmecesarios los torpes recursos del<br />
duque de Medina Sidonia, en el año decisivo que anticipaba<br />
el navegante -en \ma década- a la nefasta fecha del<br />
27 al 30 de julio de 1588.<br />
El f imdador de ciudades terúa im plazo perentorio para<br />
encontrar el nombre esencial, el poder del cetro que da<br />
la palabra, las sílabas raíces, las letras de luz, de lo que<br />
hablara el C/awcu7aepracticado en Sevilla. El capitán regresó<br />
a su celda, y, entre sus pertenencias, extrajo irnos<br />
capítulos de la Historia secreta del Imperio (cuyo autor<br />
nunca sabría si fuera él mismo, dictada por las voces de<br />
lo alto), dedicando el resto de su penitencia a leer sobre<br />
los poderes que posee el iniciado, el BalScem, el maestro<br />
delnombre.<br />
Los ataques de los piratas ingleses confirmaron la necesidad<br />
de dominar la ruta del Pacífico desde el virreinato<br />
peruano. El muy activo virrey, Francisco de Toledo, lo<br />
envió en ima misión de reconocimiento al Estrecho de la<br />
Madre de Dios, encargándole entre otros trabajos la redacción<br />
de su magnífica Historia Indica (de la que si hay<br />
constancia humana de su autoría). En este viaje, que realizó<br />
bajo la terrible presión de las apariciones del funesto<br />
eclipse, (y del oscurecimiento de la aureola de la monarquía)<br />
tendría fundamentalmente la labor de explorar las<br />
abras del estrecho y elegir los lugares propicios para construir<br />
fortificaciones. A lo largo de la travesía, emprendida<br />
en embarcaciones dañadas se suscitarían reiteradas<br />
protestas de los marineros, (quienes calificaron su intrepidez<br />
de ganas de "tentar a Dios"), clamor que no impidió<br />
que el capitán cumpliera con su misión secreta,<br />
aquella por la cual Felipe II lo recibiría amistosamente en<br />
El Escorial, más de una vez.<br />
De esta manera, como lo asentó en su crónica "descubrimos<br />
muchas otras abras y caletas a barlovento y sotavento",<br />
poniendo cruces en los montes más altos sobre la<br />
mar. En la noche, los marineros cumplían con las guardias<br />
cuando de pronto "a la banda del Sureste cuarta al<br />
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