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ya vencida por el "católico" general anglosajón Winfield<br />
Scott, -en realidad ardoroso protestante-, quien consideraba<br />
a sus integrantes "miserables descarriados".<br />
Pensó en las calles estrechas, sucias, con vma capa de<br />
aceite de fritangas por las que a diario transitaba hasta su<br />
"refugio en las alturas", en Fray Bémardino de Sahagún,<br />
rodeado por hoteles de paso que abrían sus zaguanes<br />
como una invitación al infierno, por el pulular de diferentes<br />
tipos de azotacalles, en la época en que se dedicó a la<br />
enseñanza, en las escuelas de los ingratos hermanos<br />
lasallistas, siempre escandalizados por su apego a la verdad,<br />
entre los puestos de mariscos de San Cosme; las tablas<br />
con merengues expuestos a las moscas por los<br />
vendedores, dominados por el azar del "volado"; las canastas<br />
de tacos sudados con que se alimentaba vma clase<br />
media rastacuera que viajaba en la línea Mariscal Sucre a<br />
la Condesa, Narvarte y la del Valle.<br />
Intuyó que las calles por las que habían deambulado<br />
los irlandeses, que huyeron a Estados Unidos -poco antes<br />
de la guerra con México- por la hambrima que sufrieron<br />
y en búsqueda de un territorio en que pudieran ser<br />
fieles al catolicismo, sin persecuciones ni linchamientos.<br />
Quizá las calles irlandesas eran aún peores como el cenizal<br />
de su azotea. Montones de chozas levantadas sobre<br />
lodazales, muros grises, paredes desconchadas, buhoneros<br />
de voz gangosa pregonando bisuterías, borrachos que<br />
desquitaban su impotencia injuriando a las mujeres,<br />
cantantes populares que asaltaban cualquier esquina. Un<br />
pueblo de mendigos, de funámbulos y de bufones.<br />
Un pueblo como el que veía a diario transitar, desesperanzado,<br />
hambriento, embrutecido, efecto de la "modernización",<br />
de la "democracia", y del "mercado".<br />
Lo asaltó, entonces, la remembranza de la ruta nocturna<br />
del camión Santa María la Rivera con sus altares<br />
de focos rojos con la imagen de la virgen de Guadalupe<br />
que en Erie cedía su lugar venerable al culto a San Patricio,<br />
que tantas veces había tomado, cuando los lasallistas<br />
lo relegaron a la biblioteca, a fin de que no "torturase" a<br />
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