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LA MALDITA OBEDIENCIA D<strong>EL</strong> DOCTOR<br />
"El hombre odiará un día haberse arrastrado por<br />
amor a la tripa, a su parte más baja. El hombre quiere<br />
ser considerado, acariciado, perseguido, por su sueño,<br />
nada más que por su sueño".<br />
Louis-Ferdinand Céline, Les BeauxDraps<br />
Los zapatones llenos de fango se hundían en el barrizal<br />
a orillas del Sena; el joven estudiante de medicina, con<br />
su maletín de piel dividido en dos compartimientos, su<br />
andar entre quebradizo y espigado, la sombra huesuda<br />
de su cuerpo reflejada brevemente en el agua verdosa del<br />
río, daba a su figura un aire alicaído como si se tratara de<br />
im maníaco, incapaz de perseguir a las prostitutas para<br />
someterlas al severo ritual del descuartizamiento. Esta<br />
atmósfera de desamparo se acentuaba por el efecto de<br />
su piel morena que contrastaba con la rottmdidad blanquísima<br />
de toscas campesinas con suecos, quienes lo miraban<br />
con extrañeza pues nadie, a excepción de ese pobre<br />
actor recordado como Le Vigan con su boina vieja y sus<br />
quejumbres continuas, se atrevía a acercarse a la húmeda<br />
casona, ubicada en la pendiente de Bas-Meudon,<br />
25 triplicado, carretera des Cardes, donde el doctor<br />
Destouches atendía casos irrecuperables al tiempo que<br />
borroneaba garabatos desmesurados en hojas, prendidas<br />
como murciélagos, en ganchos para colgar la ropa. Pesa-<br />
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