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EL HÚSAR NEGRO

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Misha, que sería para el joven aristócrata como su hijo y<br />

su hermano en un sólo ladrido de lealtad, recreó<br />

la agitada vida del kuren, sus francachelas, las casas<br />

coloridas con puertas bordeadas de adornos, las paredes<br />

cubiertas de arcilla de donde colgaban sables, látigos,<br />

cuernos de pólvora, redes para pescar y en el centro de<br />

la casa, jvmto al fuego del hogar, un cirio encendido permanentemente<br />

frente a la imagen de vm icono. El barón<br />

se conmovió al recordar los prolongados ritos de la iglesia<br />

ortodoxa y la devota fe cosaca. Extrañó, igualmente,<br />

el brillo del bulat, -el sable turco hecho del mejor acero-,<br />

los cinturones bordados donde solían llevar im par de<br />

pistolas, las cabezas afeitadas de las que colgaban largas<br />

trei\zas de cabello de casi medio metro de longitud,<br />

los charovaríáe fino paño manchados de alquitrán, así<br />

como su arrojo marinero que los hacía enfrentar en frágiles<br />

barcas, de dos timones, a las galeras turcas, (barcas<br />

cuya ruta trágica marcaría en su vida el desasimiento definitivo<br />

de todo lo terreno).<br />

En los atardeceres en los que se extendía la iiunensidad<br />

de la estepa, cuando principiaba ya la pradera mongola,<br />

en el púrpura y ocre de las nubes desgajadas, Ungem-<br />

Stemberg vio, al acrecentarse la penumbra, el surcar del<br />

rayo en el horizonte, como si éste anvmciara en la súbita<br />

luminosidad "del Logos hiriendo las tinieblas", el fuego<br />

celeste capaz de sellar las grietas del abismo en donde el<br />

Dragón Rojo se preparaba a despertar. Mas el barón estaba<br />

ya en la sagrada tierra de Mongolia.<br />

Las experiencias que había sufrido marcaron su rostro.<br />

De frente amplia, la herida de bala había vuelto más pronimciada<br />

una entrada que tenía en el lado derecho; una<br />

barba de candado acentuaba la fuerza de su mentón, portando<br />

en el lado izquierdo de su imiforme la cruz de la<br />

Orden Teutónica y en el derecho el águila bicéfala; sus<br />

ojos, más penetrantes, conservaron el azul acerado pero<br />

éste daba la impresión de ser tan cortante como un puñal<br />

mongol. El barón, sin advertirlo, se había dirigido a las<br />

orillas del lago Baikal, en donde encontró ima partida de<br />

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