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EL HÚSAR NEGRO

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ajo las hojas, algunos de cuyos fragmentos, leyó en el cautiverio,<br />

traducidos al castellano, por xma mano anónima,<br />

se asentaba que: "Remover cielo y tierra sin esfuerzos es<br />

una simple cuestión de concentración". Mas él sólo podía<br />

coftcentrase en el ideograma ubicuo del naufragio.<br />

En la cruz en que fue sacrificado el beato franciscano,<br />

(de la que le habían hablado con premura irnos conversos),<br />

vislumbró el signo de una alianza extraña, cortés y<br />

cruel entre Japón y la Nueva España, alianza que el tiempo<br />

demostraría como eintrañable y profética. En el techo<br />

dé su celda observó tma claridad insólita, semejante a la<br />

que noche anoche "y mientras estuvieron expuestos (los<br />

mártires) descendía de-las alturas y nimbaba la frente de<br />

los crucificados".<br />

La resina amarilla que le dio a tomar diluida el agente<br />

Wüliam Adams en unbrebaje aromático, sutil, se asemejó<br />

al olor del sexo femenino, con un sabor salado como todos<br />

los vicios que nacen de la parte húmeda del ser, de la<br />

voluntad quebradiza y lunar, del ánimo cambiante. Su<br />

efecto devastador lo debilitaba y lo alejaba de la fuente<br />

luminosa en la que su poder de hijodalgo se inspiraba<br />

como si lo cubriese una cota impenetrable para el polvo<br />

de oro del Sol. Eclipsado por la continua pesadilla del despojo<br />

irrecuperable que la mar infligiera a la carne de su<br />

sangre como la condena del alma personal en el infierno,<br />

incluso si para recobrar lo que había perdido para siempre<br />

tuviese "que estar hundido en el seno del infierno".<br />

Rodrigo de Vivero, sobrino del virrey Don Luis de Ve<br />

lazco, marqués de Salinas de Río Pisuerga, resultaba el<br />

contraste más agudo con el hábil intrigante inglés<br />

William Adams.<br />

Vivero había crecido en el culto de la hidalguía, en la<br />

resistencia indeclinable que dan los campos imperiales de<br />

Castüla, escuela que perfilaría en el alma -el paisaje austero-<br />

del domirúo sobre las propias penas y quebrantos.<br />

Por azar (si es que éste existe) y voluntad de los Hados<br />

había viajado de Luzón, la isla más grande y rica de las<br />

Füipinas a las costas nipónicas. Obsesionado por su mu-<br />

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