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EL HÚSAR NEGRO

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plata con el escudo imperial, que la fina mirada de<br />

Kutuktu enseguida logró identificar, mas su sabiduría,<br />

cuya esencia procediera de im cambio en la naturaleza,<br />

lo que correspondía con los objetivos de la Logia, cuya<br />

"idea (es que) el rey es el hombre asumido por lo solar,<br />

llevado a las condiciones ideales de lo áureo, es decir,<br />

salvado y eternizado", por lo cual el jefe espiritual de<br />

los mongoles estimó necesario que poderes afines al lamaísmo<br />

confirmaran la apreciación de la nobleza rusa. El<br />

Buda-vivo envió al barón al lago Baikal, lugar bendito<br />

para los mongoles pues a su vera, en tiempos remotos, se<br />

había establecido el ordu de Gengis Khan.<br />

El comandante en jefe de la caballería mongola se dirigió<br />

presto con las tropas de élite de la recién restaurada<br />

monarquía, portando como reliquias una daga que<br />

perteneció a Gengis Khan (al que llamarían en Occidente<br />

el Preste Juan) y un manuscrito en la lengua secreta del<br />

Tibet. En una modesta tienda lo esperaba una mujer, que<br />

los últimos acontecimientos le habían hecho olvidar. Al<br />

entrar, lo primero que vio fueron los ojos de azogue de la<br />

curandera que lo había salvado de sus heridas en el campamento<br />

cosaco; como hechizado, se sentó frente a ella.<br />

La tienda se había quedado solitaria, la caballería<br />

mongola se retiró temerosa de que la curandera Bortai, de<br />

edad indefinible, fijara en alguno de los guerreros su<br />

mirada de mortal brillo.<br />

Al tocar sus manos de hierro, la curandera -descendiente<br />

del adivino Gotchu- entró inmediatamente en<br />

trance y reveló lo que había callado, cuando el barón, malherido,<br />

yacía sin esperanza en su lecho en el kuren cosaco:<br />

"Veo al dios de la guerra. Cabalga sobre un caballo gris<br />

o blanco por nuestras estepas y montañas. Vas a gobernar<br />

un territorio enorme, ¡oh dios de la guerra blanco! Veo<br />

sangre... mucha sangre... Un caballo... (siguió imbalbuceo<br />

y exclamaciones en una lengua secreta) Mucha sangre...<br />

sangre ... no veo nada más. El blanco dios de<br />

la guerra ha desaparecido". El Buda-vivo, Kutuktu, se enteró<br />

de la transcripción exacta de las palabras de la pro-<br />

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