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He Vivido

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Siempre he tratado de mantener en pie mis sueños e ideales de cuando era<br />

joven. En general, y especialmente en los pueblos pequeños, la gente está<br />

dividida conforme a sus ideas políticas y, casi siempre, las posturas intermedias<br />

no suelen valer de mucho. A algunos les mueve el convencimiento y<br />

los ideales. A otros, en cambio, los amigos. Dentro de la clasificación principal<br />

tenemos a los políticos, subordinados a los intereses económicos; luego<br />

están los empresarios, los patrones, que constituyen el apoyo necesario de los<br />

políticos. El tercer grupo, el más numeroso, es el más utilizado por parte de<br />

unos y otros. El último grupo lo conformamos los que ponemos el bienestar<br />

del ser humano a la cabeza de los ideales. Para nosotros, las patrias son la<br />

negación de la solidaridad; a nuestro entender, la distribución de los beneficios<br />

ha de hacerse entre todos los agentes sociales; reivindicamos la libertad<br />

de las personas a través de la cultura que le es sistemáticamente negada;<br />

nos parece que las lenguas acentúan las diferencias entre los hombres; denunciamos<br />

que los ejércitos destruyen la hermandad; y proclamamos bien<br />

alto que el último objetivo de la vida es el propio hombre.<br />

La República prendió una antorcha de esperanza en mucha gente. Una legislación<br />

más humana mejoró las condiciones en las fábricas y el número de<br />

militares decreció. Parecía que aquel mundo soñado se estaba materializando.<br />

Pero era una imagen falsa, pues el enemigo se movía a escondidas.<br />

El odio afloró en pueblos pequeños como el nuestro. Asimismo, el clero evidenció<br />

su postura. Cuando las fuentes de ingresos y prebendas del Estado comenzaron<br />

a disminuir, no tuvieron ningún escrúpulo para, por ejemplo, sacar<br />

a votar a las monjas de clausura de La Concepción, tal y como hicieron en<br />

las escuelas de Viteri para las elecciones de Febrero de 1936.<br />

¿Y cómo olvidar el juego sucio de aquellas señoras que, bajo la excusa de<br />

la caridad, acudían a casa de los pobres en busca del voto político, a cambio<br />

de un colchón o un hipotético trabajo? Las tres elegantes damas salían<br />

de una casa contigua a la panadería del Paseo Arrasate, sin sentir vergüenza<br />

alguna, a comprar la voluntad de los que vivían en la más absoluta miseria.<br />

Desde siempre, iglesia y política han ido de la mano. Recuerdo bien aquel<br />

3 de Septiembre de 1919 en que el Jefe de Estado Eduardo Dato vino a inaugurar<br />

el ferrocarril. Nos llevaron a darle la bienvenida, cada uno con su<br />

banderita, cantando “Salve bandera...”, acompañados por la banda de mú-<br />

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