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He Vivido

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El tiempo cálido de Junio y Julio avivó en todos nosotros el sueño de darnos<br />

un chapuzón en el mar, pero las autoridades del campo no estaban dispuestas<br />

a concedernos el permiso para ello, pese a que sólo una red metálica<br />

nos separaba de la playa. Aun así, los miembros de la Brigada Internacional<br />

presentaron reclamaciones una y otra vez ante la jefatura del campo. Como<br />

no les hacían caso, una mañana provocaron una enorme trifulca en la que<br />

incluso hubo tiros, y los franceses tuvieron que desplazar una unidad de guerra<br />

flotante para vigilarnos. Como consecuencia de todo ello, a la mañana siguiente<br />

quitaron la red metálica y nos pudimos bañar en el mar.<br />

Los miembros de la Brigada Internacional eran idealistas y, en muchas<br />

ocasiones, tanto su audacia como su habilidad para organizarse nos resultaron<br />

de gran ayuda. Por ejemplo, estando en Gurs, los franceses quisieron extraditarnos<br />

a España e incluso prepararon camiones para hacerlo. Pero los<br />

brigadistas hicieron frente a gendarmes y soldados y lograron hacerles desistir.<br />

Los brigadistas organizaron escuelas en el campo de concentración de Argeles<br />

sur Mer y muchos de nosotros tuvimos la oportunidad de asistir a las<br />

clases. ¡Sí señor, los brigadistas se portaron fenomenalmente con nosotros!<br />

Los meses sin esperanza alguna resultaban demasiado largos para los que<br />

no podíamos dejar de pensar que quizás algún día seríamos abandonados en<br />

la frontera con España. Dentro de aquel ambiente angustioso, recibí una<br />

carta de unos amigos de Toulouse en la que me pedían que guardara calma,<br />

pues estaban tramitando mi traslado a un cuartel cercano a Marsella. Sin<br />

embargo, en una nueva misiva que recibí días después, me hicieron saber que<br />

habían fracasado en su propósito. No obstante, mis amigos también explicaban<br />

que estaban planeando una fuga para mí, y que sería un visitante dominical<br />

quien me informaría sobre el asunto.<br />

Aquella misma semana infligieron terrible castigo a algunos que habían<br />

tratado de huir. Un gitano fue atado a la red metálica y sus guardianes lo estuvieron<br />

golpeando durante toda una noche. Los gritos de aquel pobre hombre<br />

me llegaron a lo más profundo del corazón. Eso ocurrió un jueves y,<br />

según el plan, mi fuga sería tres días más tarde.<br />

El domingo por la mañana un hombre vino a buscarme y me proporcionó<br />

un falso pasaporte. Salí del campo a las diez y media. Los vigilantes a ca-<br />

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