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He Vivido

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os. Era impresionante ver las salidas de los bomberos –Pedro Arotza Bidaburu,<br />

Patxi Yarza y el jefe de barrenderos Ángel Txaleko Madinabeitia–<br />

, con sus mangueras multirriego a cuyas bocas a menudo ni siquiera llegaba<br />

el agua, debido a los múltiples agujeros que tenían en todo su largo. Sin embargo,<br />

las mangueras cortas daban mejor resultado y Txaleko era todo un<br />

artista a la hora de refrescar los alrededores de la Plaza de Abastos. Los<br />

niños más rápidos y hábiles solían estar cerca, tentando al barrendero con<br />

sus provocadores O...na!, O...na!<br />

Eso ocurría si algún alguacil no nos echaba de allí, por supuesto. No andaría<br />

lejos el diligente guardia municipal Luis Cánovas Arana, intentando<br />

demostrar su autoridad con gestos ridículos. En aquella época sufrimos una<br />

epidemia de viruela y fumigaban a todos los visitantes que venían de fuera,<br />

después de desnudarlos. Aquel trabajo correspondía a los municipales. Un<br />

día, Cánovas tuvo que acudir a la casa de Hierro de Zigarrola, donde tenían<br />

un enfermo, y lo hizo sin tomar las precauciones que requería la visita, pero<br />

eso sí, cumpliendo con el deber que correspondía a su cargo. El caso es que<br />

se contagió y de allí en adelante el rostro del alguacil quedó adornado por<br />

unos agujeros del tamaño del que abrigaba el arco del Portalón.<br />

De todos modos, lo que a la sazón yo más apreciaba era el cine. Tendría<br />

tres años, cuando mi padre me llevó en brazos a mi primera sesión de cinematógrafo.<br />

Fue en la calle del Medio, en la bajera de la casa de Macario Zabarte,<br />

que luego se convertiría en el Círculo Tradicionalista, junto al estanco<br />

de Lorenza. Y ya que he mencionado a Lorenza, añadiré que entre nosotros<br />

era más conocida que el propio alcalde, mayormente por poseer botes llenos<br />

de caramelos. Lo único que puedo recordar de aquel día cinematográfico es<br />

el silencio del gentío allí reunido. Aquella emoción quedó grabada en mi<br />

mente. Por lo que pude saber años más tarde, Luis Txomin Txiki Ibáñez fue<br />

el encargado, como acostumbraba a hacer siempre que se proyectaba una película<br />

en el salón de actos municipal, de comentarnos los pormenores de la<br />

película antes de iniciarse su proyección.<br />

Más adelante, tuve ocasión de presenciar una sesión de cine más seria.<br />

La película se proyectó sobre un telón colgado en una pared de la Plaza de<br />

Abastos. Seguimos la sesión sentados, después de poner de costado los bancos<br />

de madera que se utilizaban para colocar las cestas de verduras a la<br />

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