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He Vivido

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para él lo mejor era prolongar al máximo mi inocencia respecto al lado oculto<br />

de la vida, sabedor de que siempre me quedaría tiempo para hacer fechorías.<br />

Quizás por eso, o porque los verbos en pasado o en pluscuamperfecto no<br />

me tiraban demasiado, hice la solicitud para entrar en la fábrica. Siempre he<br />

tenido la duda respecto al tipo de verbo irregular que surgiría de mezclar el<br />

pretérito imperfecto, el pretérito perfecto y el pluscuamperfecto. ¿Qué función<br />

tendría? Y si en vez de escribir “verbo” escribiéramos “berbo”, ¿alteraría<br />

eso el tono del significado? Se puede coger manía a cualquier<br />

gramática, como aquel día en que, en la taberna que abrieron los hermanos<br />

Modesto y Casimiro Leibar por San Juan, justo en el punto donde confluyen<br />

las calles Iturriotz y del Medio, vimos un cartel que rezaba: “Benta de villetes,<br />

para la corrida de esta tarde”. ¿Se podía hacer negocio a pesar de propinarle<br />

una patada infame a la gramática? Menos mal que el maestro D.<br />

Félix, una mañana que nos llevaba a Misa Mayor, se plantó frente al bar y,<br />

visiblemente enojado, exigió a Casimiro que corrigiera lo escrito en el cartel,<br />

por respeto hacia la escuela. Pero creo que el bar habría recaudado el mismo<br />

dineral, independientemente de que el cartel estuviera bien o mal escrito.<br />

En la escuela de Arano, solíamos tener fiesta el jueves de la primera semana<br />

en que llegaban las golondrinas. El maestro nos decía que era una<br />

razón para estar contentos y dicho día recitábamos cantos y poesías para<br />

honrar a la naturaleza. En mi opinión, aquel señor sabio abrió una ventana<br />

a la sensibilidad en nuestro interior.<br />

Siempre he pensado que aquellos momentos fueron decisivos para mi futuro.<br />

Toda la libertad que había disfrutado hasta entonces, la pelota, la cometa,<br />

el monte, los amigos... habría de olvidarlos, pues me disponía a<br />

incorporarme al mundo de los adultos. Empecé a estudiar solfeo con Guillermo<br />

Lasagabaster, aunque yo no estaba dotado de ningún tipo de habilidad<br />

para ello.<br />

Mi padre tenía un grueso libro de música lleno de pentagramas, y yo estaba<br />

convencido de que la Banda de Música de Vitoria tocaba en sanjuanes<br />

gracias a dichos pentagramas. Mi madre, por su parte, me apuntó en<br />

la escuela de Artes y Oficios, al objeto de que aprendiera a dibujar con<br />

Don Luis Armengou. Me decanté por la especialidad artística, para deses-<br />

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