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Historia del Cristianismo II - iglesia evangélica el olivo

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En vista de tales nuevas, no le quedaba a Balboa otro recurso que mostrar su<br />

habilidad. Con un puñado de hombres, y con la ayuda de muchísimos indios, se<br />

dirigió hacia <strong>el</strong> "Mar <strong>d<strong>el</strong></strong> Sur".<br />

Aunque era la época de las lluvias, y por tanto lo aconsejable era esperar unos<br />

meses, <strong>el</strong> arrojado aventurero y los suyos se pusieron en marcha. Una vez más la<br />

amistad y <strong>el</strong> apoyo de los indios fueron de gran valor, pues la expedición no se<br />

extravió ni una sola vez, sino que marchó directamente hacia su objetivo. El único<br />

hecho bélico fue la toma de una aldea que pudo ofrecerles resistencia, y que<br />

pertenecía a un bando enemigo de los indios que los ayudaban. A fines de<br />

septiembre de 1513, Balboa vio por primera vez <strong>el</strong> Océano Pacifico, al que llamó<br />

"Mar <strong>d<strong>el</strong></strong> Sur", por haberlo encontrado marchando en esa dirección. Poco después,<br />

en una ceremonia formal, tomó posesión de él en nombre de la corona española.<br />

Al regreso se dio un incidente que manchó la carrera de Balboa. El cacique de<br />

Pacra, que según otros indios tenía minas de oro, se negó a decirles a los españoles<br />

dónde estaban. De hecho, no había tales minas. Pero los españoles les echaron los<br />

perros al cacique y a varios de sus lugartenientes, y después quemaron sus<br />

cuerpos.<br />

La comisión real entregada a Pedrarias Dávila le daba a la región <strong>el</strong> nombre de<br />

"Castilla <strong>d<strong>el</strong></strong> Oro", en lo cual puede verse <strong>el</strong> impacto producido por los informes de<br />

Balboa y por <strong>el</strong> oro que había mandado (recuérdese que en esa época no se<br />

conocían todavía los tesoros de México y <strong>d<strong>el</strong></strong> Perú).<br />

Tan seguros y prometedores eran los planes <strong>d<strong>el</strong></strong> Rey y sus consejeros, que<br />

obtuvieron <strong>d<strong>el</strong></strong> papa que Santa María la Antigua fuera hecha cabecera de diócesis, y<br />

nombraron para ocupar su episcopado al franciscano fraile Juan de Quevedo.<br />

Empero los resultados de la expedición de Pedrarias, y <strong>el</strong> gobierno ulterior de éste,<br />

fueron todo lo contrario de lo que se esperaba. El propio Pedrarias era un hombre<br />

enfermo que rara vez marchaba con sus tropas, y que no se preocupaba por limitar<br />

o castigar los desmanes de las mismas. Su lugarteniente, un tal Ayora, era cru<strong>el</strong> y<br />

codicioso. Tan pronto como llegaron a Santa María, muchos de los expedicionarios<br />

enfermaron, al tiempo que Ayora destruía la labor diplomática de Balboa<br />

enemistándose a los indios. Cuando algunos caciques le trajeron comida, y ]e<br />

hicieron fiesta, Ayora los hizo prisioneros y los mató porque no le trajeron suficiente<br />

oro. Muchos indios fueron repartidos en encomienda. Finalmente, todos los indios<br />

vecinos huyeron y se escondieron. Los españoles saquearon sus bohíos y robaron<br />

sus cosechas. Pero pronto empezaron a pasar hambre. Ningún español se atrevía a<br />

salir de Santa María sin un fuerte contingente armado, porque los indios los<br />

atacaban. Cuando salían en fuerza, los indios se escondían.<br />

Se dice que más de quinientos españoles murieron, muchos de <strong>el</strong>los de hambre. La<br />

prometedora Castilla <strong>d<strong>el</strong></strong> Oro se había tomado un infierno. El obispo Quevedo, que<br />

había venido con autoridad de veedor, decidió regresar a España con intención de<br />

informar al Rey de los malos manejos de Pedrarias y sus lugartenientes. Muchos<br />

otros insistían en sus deseos de partir para Cuba o La Española. Dada]a escasez de<br />

víveres, <strong>el</strong> gobernador no pudo sino dejarlos ir. Entre los que partieron se contaban<br />

los misioneros franciscanos enviados en la expedición, que decidieron marcharse a<br />

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