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Historia del Cristianismo II - iglesia evangélica el olivo

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contra varios de <strong>el</strong>los. Cuando los obispos trataron de acudir a las reuniones <strong>d<strong>el</strong></strong><br />

Parlamento, <strong>el</strong> pueblo de Londres se amotinó y les impidió <strong>el</strong> acceso a la asamblea.<br />

Alentados por tales éxitos, los más radicales entre los puritanos anunciaron que<br />

preparaban un proceso contra la Reina, a quien acusaban de haber causado los<br />

desórdenes en Irlanda.<br />

Esas medidas extremas comenzaban a producir una reacción contra los puritanos.<br />

Entre los lores, muchos pensaban que era hora de restaurar la normalidad. Quizá si<br />

Carlos hubiera sido más comedido y paciente, <strong>el</strong> tiempo le hubiera dado la victoria.<br />

Pero <strong>el</strong> Rey perdió los estribos. Acusó ante la Cámara de los Lores a los principales<br />

jefes de los Comunes, pero la cámara alta rechazó la acusación. Cuando <strong>el</strong> Rey<br />

ordenó <strong>el</strong> arresto de los acusados, los parlamentarios se negaron a entregados. Al<br />

día siguiente un contingente militar enviado por <strong>el</strong> Rey para arrestar a los acusados<br />

encontró que habían huido y tomado refugio en Londres, donde se volvieron a reunir<br />

para continuar _sus sesiones. Desde allí <strong>el</strong> jefe de los reb<strong>el</strong>des, John Pym,<br />

gobernaba como "rey sin corona". Perdida la capital, <strong>el</strong> Rey se retiró a sus palacios<br />

de Hampton Court y Windsor.<br />

La Cámara de los Comunes<br />

propuso entonces una ley<br />

que excluía a los obispos de<br />

la Cámara de los Lores. Esta<br />

accedió, <strong>el</strong> Rey no pudo<br />

poner reparos, y los pr<strong>el</strong>ados<br />

fueron expulsados. De ese<br />

modo comenzaba un proceso<br />

que iría excluyendo <strong>d<strong>el</strong></strong><br />

Parlamento a los <strong>el</strong>ementos<br />

opuestos al puritanismo, y<br />

que por tanto le daría a la<br />

asamblea un carácter cada<br />

vez más radical. Por fin, <strong>el</strong><br />

Parlamento dispuso que se<br />

reclutara una milicia. Puesto que esas tropas estarían bajo <strong>el</strong> mundo <strong>d<strong>el</strong></strong> Parlamento,<br />

y no <strong>d<strong>el</strong></strong> Rey, éste decidió que había llegado <strong>el</strong> momento de tomar acción decisiva.<br />

Reunió las tropas que pudo, desplegó su estandarte y se preparó a luchar contra las<br />

milicias parlamentarias. Los conflictos entre la corona y <strong>el</strong> Parlamento habían llevado<br />

por fin a la guerra civil.<br />

LA GUERRA CIVIL<br />

Tanto <strong>el</strong> Rey como <strong>el</strong> Parlamento se dedicaron inmediatamente a reclutar sus<br />

tropas. Carlos encontró su principal apoyo entre los nobles. El Parlamento, por su<br />

parte, reclutó sus soldados especialmente entre las clases que más habían sufrido<br />

durante los últimos años. Los jornaleros y los desempleados fueron <strong>el</strong> grueso de ese<br />

ejército, al que se sumaron los comerciantes, que buscaban mayores concesiones, y<br />

varios nobles que habían tomado <strong>el</strong> partido de los comerciantes. La fuerza de Carlos<br />

estaba principalmente en la caballería, cuerpo tradicionalmente reclutado entre la<br />

nobleza. La <strong>d<strong>el</strong></strong> Parlamento estaba en la infantería y en la flota, para la cual <strong>el</strong><br />

comercio era importante.<br />

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