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Historia del Cristianismo II - iglesia evangélica el olivo

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oto con los tupiniquines, enemigos tradicionales de los tamoyos. Al aliarse con los<br />

portugueses, los tamoyos esperaban poder aplastar a los tupiniquines. Gracias a la<br />

embajada de los jesuitas, un fuerte contingente tamo yo abandonó la lucha o se alió<br />

a los portugueses. Cuando por fin llegaron refuerzos de Lisboa, los colonos no<br />

vacilaron en romper sus tratos con los tamoyos. Muchos de <strong>el</strong>los fueron muertos o<br />

hechos esclavos, y <strong>el</strong> resto huyó hacia <strong>el</strong> interior <strong>d<strong>el</strong></strong> país. Mientras tanto, se hicieron<br />

las paces entre los portugueses y los franceses, a condición de que éstos últimos<br />

abandonaran la región. Esto sucedió en 1575, y con <strong>el</strong>lo se le puso punto final a la<br />

empresa de Villegagnon, que duró unos veinte años.<br />

LA TRISTE SUERTE DE LOS INDIOS<br />

Lo que sucedió entonces con los tamoyos que quedaban fue índice de lo que a la<br />

postre sucedería con casi todas las tribus de la costa. Los que no fueron muertos o<br />

esclavizados se refugiaron en las s<strong>el</strong>vas, donde invadieron los territorios de otros<br />

indios, con las consiguientes guerras y muertes. A fines de siglo, <strong>el</strong> aventurero inglés<br />

Anthony Knivet cayó en sus manos, y logró salvar la vida persuadiéndolos de que<br />

era francés. Poco después los convenció a regresar a la costa y tratar de<br />

reconquistar sus tierras. Aqu<strong>el</strong>la tribu de treinta mil miembros se acercaba al mar<br />

cuando fue atacada por los portugueses. Diez mil murieron, y los otros veinte mil<br />

terminaron sus días como esclavos.<br />

Esta triste historia, como toda aqu<strong>el</strong>la empresa colonizadora, mereció la justa<br />

condenación <strong>d<strong>el</strong></strong> sacerdote jesuita Antonio Vieira, quien a mediados <strong>d<strong>el</strong></strong> siglo XV<strong>II</strong>,<br />

refiriéndose a quienes pretendían ir al Brasil en busca de oro, dijo que su verdadero<br />

propósito era adueñarse de los indios, "para hacer correr de sus venas <strong>el</strong> oro rojo<br />

que siempre ha sido la riqueza de esta provincia".<br />

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