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Historia del Cristianismo II - iglesia evangélica el olivo

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creado una nueva provincia jesuita, que comprendía todo <strong>el</strong> territorio al este <strong>d<strong>el</strong></strong><br />

Cabo de Buena Esperanza, excepto Etiopía, y que él había sido nombrado superior<br />

de esa provincia. Puesto que ese cargo echaba sobre sus hombros nuevas<br />

responsabilidades, <strong>el</strong> infatigable misionero tuvo que posponer por algún tiempo <strong>el</strong><br />

sueño dorado que abrigaba su corazón: predicar <strong>el</strong> evang<strong>el</strong>io en China.<br />

Por fin, en 1552, pudo emprender su anh<strong>el</strong>ado viaje. Antes de partir se despidió de<br />

Goa, tras escribirle al rey de Portugal: "Lo que nos llena de valor es que Dios mismo<br />

ha inspirado en nosotros este pensamiento... y que no dudamos de su poder, que<br />

sobrepasa infinitamente al <strong>d<strong>el</strong></strong> rey de la China". Empero no le fue dado al intrépido<br />

predicador penetrar en ese país. Las autoridades se lo impedían, y se vio obligado a<br />

permanecer en la isla de Sanchón, a las puertas <strong>d<strong>el</strong></strong> vasto imperio, donde murió.<br />

Los métodos misioneros de Javier fueron muchos y muy complejos. En lo exterior, lo<br />

que casi siempre se le veía hacer era salir a la calle con su campanilla, ganarse a<br />

los niños, y a través de <strong>el</strong>los a sus padres. Además, su don de lenguas era<br />

extraordinario, pues a los pocos meses de estar en algún país podía enseñar <strong>el</strong><br />

catecismo y predicar en <strong>el</strong> idioma de la región. Su c<strong>el</strong>o y carácter a la vez dulce y<br />

fogoso le abrieron puertas y le permitieron hacer caso omiso de obstáculos y<br />

p<strong>el</strong>igros que de otro modo acaso hubieran sido insalvables. Poco después de su<br />

muerte se contaban numerosos prodigios hechos por él, o por los predicadores<br />

nativos que enviaba a algunas aldeas. Su espíritu de pobreza, y de amor a los<br />

pobres y los oprimidos, se puso de manifiesto repetidamente, y le ganó <strong>el</strong> respeto de<br />

muchas gentes que odiaban a los comerciantes y militares portugueses.<br />

Pero al mismo tiempo hay que decir que, carente de recursos humanos, e impulsado<br />

siempre por sus ansias de predicar en nuevos lugares, muchas veces Javier hizo<br />

poco por la instrucción r<strong>el</strong>igiosa de sus conversos. Hubo días en que, según él<br />

mismo cuenta, bautizó a diez mil personas. Después marchaba a otro lugar, unas<br />

veces dejando a otro clérigo a cargo de aqu<strong>el</strong>la misión, y otras no, por carecer de<br />

personal suficiente. Además, aunque aprendía los idiomas de los lugares que<br />

visitaba, no daba muestras de sentir verdadero respeto hacia su cultura.<br />

Cuando alguien era bautizado, se le daba un nombre "cristiano", es decir, portugués,<br />

y se le vestía de ropas "cristianas". Al parecer, muchos de los conversos de Javier<br />

entendían que al bautizarse se hacían no sólo discípulos de Jesucristo, sino también<br />

súbditos de la corona portuguesa. Tales métodos, que dieron resultado en aqu<strong>el</strong>las<br />

regiones de América donde la presencia europea aplastó la cultura <strong>d<strong>el</strong></strong> país, creaban<br />

grandes dificultades en aqu<strong>el</strong>las regiones <strong>d<strong>el</strong></strong> Asia en que existían civilizaciones<br />

muchísimo más antiguas que la occidental, y desde cuyo punto de vista los<br />

europeos no eran más que unos bárbaros que visitaban sus costas.<br />

LA CUESTIÓN DE LA ACOMODACIÓN<br />

Todo esto se planteó con la llegada al Oriente de una nueva generación de<br />

misioneros jesuitas. Aunque éstos fueron muchos, los dos más notables fueron<br />

Roberto de Nobili y Mateo Ricci. El primero trabajó en la India, y <strong>el</strong> segundo en<br />

China. Nobili era un jesuita de origen italiano que, al igual que antes Javier, pasó al<br />

Oriente con permiso de las autoridades portuguesas. Prácticamente toda su carrera<br />

transcurrió en la India, primero en la Pesquería y después en la región de Madaura.<br />

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