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Historia del Cristianismo II - iglesia evangélica el olivo

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Todo esto, sin embargo, no fue únicamente producto de la era de los conquistadores.<br />

Desde mucho antes se había ido preparando <strong>el</strong> camino para semejante<br />

interpretación de los acontecimientos. Cuando, en <strong>el</strong> siglo cuarto, comenzó a<br />

desarrollarse la teología oficial .<strong>d<strong>el</strong></strong> Imperio Romano, que tendía a excluir de la<br />

proclamación cristiana la necesidad de justicia en las estructuras sociales, y les daba<br />

especial autoridad en la <strong>iglesia</strong> a los poderosos <strong>d<strong>el</strong></strong> orden social, se comenzó a<br />

preparar la tragedia de la era de los conquistadores. De hecho, éstos no hicieron<br />

más que aplicarle a la nueva situación creada por los descubrimientos <strong>el</strong> modo de<br />

entender la fe cristiana, y la misión evang<strong>el</strong>izadora, que se había creado a través de<br />

los siglos para beneplácito de<br />

los poderosos. A fin de salvar<br />

las almas, decían los jesuitas<br />

<strong>d<strong>el</strong></strong> Brasil, era bueno que los<br />

portugueses les infundieran<br />

terror a los indios. Y los<br />

esclavos africanos salían<br />

ganando con su esclavitud,<br />

decían los negreros, porque<br />

<strong>el</strong>la les daba oportunidad de<br />

hacerse cristianos y así<br />

obtener la salvación eterna.<br />

Cortés y Pizarro, al tiempo<br />

que se sabían pecadores<br />

avariciosos, se creían<br />

evang<strong>el</strong>izadores escogidos y<br />

enviados por Dios. Pero <strong>el</strong><br />

mal se había sembrado siglos<br />

antes, cuando hubo cristianos<br />

que no vacilaron en llamar a<br />

Constantino "obispo de los<br />

obispos".<br />

Contra tales atrop<strong>el</strong>los, hubo<br />

señales de protesta tanto<br />

entre los colonizados como<br />

entre los cristianos. Entre los<br />

primeros, ya hemos señalado<br />

que <strong>el</strong> culto a la virgen de<br />

Guadalupe es en cierto modo<br />

una vindicación <strong>d<strong>el</strong></strong> <strong>el</strong>emento<br />

nativo frente a la jerarquía de<br />

los españoles. En ese caso, a<br />

la larga esa jerarquía logró asimilar la protesta, y hacerla parte de su propia doctrina.<br />

Pero la santidade <strong>d<strong>el</strong></strong> Brasil, y la "santería" de los descendientes de los esclavos<br />

negros, permanecieron frecuentemente fuera <strong>d<strong>el</strong></strong> alcance <strong>d<strong>el</strong></strong> poder jerárquico.<br />

Otras veces esa protesta fue más sutil, y entonces es imposible conocer <strong>el</strong> alcance<br />

que tuvo. Tal es <strong>el</strong> caso de lo sucedido en una <strong>iglesia</strong> <strong>d<strong>el</strong></strong> Altiplano de Bolivia, donde<br />

<strong>el</strong> sacerdote le pidió a un escultor indio que le hiciera dos imágenes que<br />

representaran a San Pedro y San Pablo. Algún tiempo después <strong>el</strong> indio le trajo las<br />

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