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EL TERCER TESTAMENTO - El Libro de la Vida Verdadera

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como una joya <strong>la</strong> presencia <strong>de</strong> un espíritu, que es don<strong>de</strong> radica su semejanza conmigo,<br />

no reciba directamente <strong>de</strong> mi Espíritu sobre su espíritu <strong>la</strong> divina irradiación, que es <strong>la</strong><br />

semil<strong>la</strong> espiritual que en él tendrá que fructificar? (329, 42 - 44)<br />

31. Ni uno solo <strong>de</strong> vuestros sollozos <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> escucharse en el Cielo, ninguna oración<br />

<strong>de</strong>ja <strong>de</strong> hal<strong>la</strong>r eco en Mí, ninguna <strong>de</strong> vuestras aflicciones o trances difíciles pasan<br />

<strong>de</strong>sapercibidos para mi amor <strong>de</strong> Padre. Todo lo sé, lo escucho, lo veo y en todo estoy.<br />

32. Los hombres, creyendo que por su pecado me he alejado <strong>de</strong> ellos, han llegado a<br />

sentirme distante. ¡Ah, ignorancia humana que ha llevado tanta amargura a sus <strong>la</strong>bios!<br />

Sabed que si Yo me ausentase <strong>de</strong> alguna <strong>de</strong> mis criaturas, el<strong>la</strong>s al punto <strong>de</strong>jarían <strong>de</strong><br />

existir; más esto no ha sido, ni será, porque al daros el espíritu os doté a todos <strong>de</strong> vida<br />

eterna. (108, 44 - 45)<br />

Ava<strong>la</strong>res <strong>de</strong>l <strong>de</strong>stino<br />

33. No maldigáis <strong>la</strong>s pruebas que os agobian a vosotros y a todo el género humanó, no<br />

digáis que son castigo, ira o venganza <strong>de</strong> Dios, porque b<strong>la</strong>sfemáis; os digo que esas<br />

pruebas son precisamente <strong>la</strong>s que están acercando a <strong>la</strong> humanidad al puerto <strong>de</strong><br />

salvación.<br />

34. L<strong>la</strong>madles justicia, expiación o lecciones, y estaréis en lo cierto y en lo justo. La<br />

ira y <strong>la</strong> venganza son pasiones humanas, propias <strong>de</strong> seres distantes todavía <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

serenidad, <strong>de</strong> <strong>la</strong> armonía y <strong>de</strong> <strong>la</strong> perfección; no es justo que a mi amor por vosotros,<br />

que es el que presi<strong>de</strong> todas mis obras, le apliquéis el vulgar nombre <strong>de</strong> castigo o el<br />

nombre indigno <strong>de</strong> venganza.<br />

35. Pensad que voluntariamente habéis penetrado en sendas espinosas o en abismos<br />

tenebrosos y que no habéis acudido a mi l<strong>la</strong>mado amoroso, ni habéis escuchado <strong>la</strong> voz<br />

<strong>de</strong> vuestra conciencia, por lo que habéis necesitado que el dolor viniese en vuestra<br />

ayuda para <strong>de</strong>spertaros, para <strong>de</strong>teneros, haceros reflexionar y regresar al camino<br />

verda<strong>de</strong>ro. (181,6-8)<br />

36. Yo no os castigo; pero soy justicia y como tal, <strong>la</strong> hago sentir en todo aquél que<br />

contravenga mis mandatos, porque el Eterno os ha hecho conocer su Ley que nadie<br />

pue<strong>de</strong> modificar.<br />

37. Ved cómo el hombre en medio <strong>de</strong> <strong>la</strong> prueba, al caer en un inmenso abismo, al ver<br />

que <strong>la</strong> mujer llora ante <strong>la</strong> pérdida <strong>de</strong> los seres queridos, a <strong>la</strong> niñez privada <strong>de</strong> alimento<br />

y los hogares sumidos en <strong>la</strong> miseria y en el duelo, llora, se consterna ante su<br />

<strong>de</strong>sgracia, se <strong>de</strong>sespera y en lugar <strong>de</strong> orar y arrepentirse <strong>de</strong> sus culpas reniega contra<br />

Mí, diciendo: ¿Cómo es posible que Dios me castigue en esta forma? Mientras el<br />

Espíritu Divino en verdad, también llora por el dolor <strong>de</strong> sus hijos y sus lágrimas son<br />

sangre <strong>de</strong> amor, <strong>de</strong> perdón y <strong>de</strong> vida.<br />

38. En verdad os digo que en este tiempo, por <strong>la</strong> evolución que <strong>la</strong> humanidad ha<br />

alcanzado, no <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> so<strong>la</strong>mente <strong>de</strong> mi caridad el remedio <strong>de</strong> su situación. <strong>El</strong><strong>la</strong> es<br />

víctima <strong>de</strong> sí misma, mas no <strong>de</strong> mi castigo, porque mi Ley y mi luz bril<strong>la</strong>n en toda<br />

conciencia.<br />

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