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EL TERCER TESTAMENTO - El Libro de la Vida Verdadera

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<strong>la</strong> dulce y doliente queja <strong>de</strong>l cor<strong>de</strong>ro herido hacia su Pastor. Era <strong>la</strong> prueba <strong>de</strong> que<br />

Cristo, el Verbo, en verdad se hizo hombre en Jesús y su pa<strong>de</strong>cimiento fue real.<br />

31. ¿Podéis atribuir vosotros a Cristo estas pa<strong>la</strong>bras, estando unido al Padre<br />

eternamente: Ahora sabéis que fue un gemido <strong>de</strong>l cuerpo <strong>de</strong> Jesús, <strong>la</strong>cerado por <strong>la</strong><br />

ceguera <strong>de</strong> los hombres. Mas cuando <strong>la</strong> caricia <strong>de</strong>l Señor se posó sobre aquel<strong>la</strong> carne<br />

martirizada, prosiguió hab<strong>la</strong>ndo Jesús y sus pa<strong>la</strong>bras fueron: "Padre en tus manos<br />

encomiendo mi Espíritu". "Todo está consumado". (34, 27 - 30)<br />

32. Cuando Jesús fue en <strong>la</strong> cruz, no hubo espíritu que no se sintiera estremecido ante<br />

<strong>la</strong> voz <strong>de</strong> amor y <strong>de</strong> justicia <strong>de</strong> Aquél que moría <strong>de</strong>snudo como <strong>la</strong> misma verdad que<br />

entregó en su pa<strong>la</strong>bra. Quienes han analizado <strong>la</strong> vida <strong>de</strong> Jesús, han reconocido que ni<br />

antes ni <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> Él, ha existido quien lleve a cabo una obra como <strong>la</strong> suya, porque<br />

fue obra divina que con su ejemplo salvará a <strong>la</strong> humanidad.<br />

33. Llegué con mansedumbre al sacrificio, porque sabía que mi sangre había <strong>de</strong><br />

convertiros y salvaros. Hablé con amor y os perdoné hasta el último instante porque<br />

vine a traeros una enseñanza sublime y a trazaros el camino con ejemplos perfectos<br />

hacia <strong>la</strong> eternidad.<br />

34. Quiso <strong>la</strong> humanidad hacerme <strong>de</strong>sistir <strong>de</strong> mi propósito buscando <strong>la</strong> fragilidad <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

carne y no <strong>de</strong>sistí. Quisieron los hombres hacerme b<strong>la</strong>sfemar y no b<strong>la</strong>sfemé. Mientras<br />

más me ofendían <strong>la</strong>s turbas, más piedad y amor tenía <strong>de</strong> el<strong>la</strong>s y cuanto más herían mi<br />

cuerpo, más sangre manaba <strong>de</strong> él para dar vida a los muertos a <strong>la</strong> fe.<br />

35. Esa sangre es el símbolo <strong>de</strong>l amor con que tracé el camino al espíritu humano.<br />

Dejé mi pa<strong>la</strong>bra <strong>de</strong> fe y esperanza a los hambrientos <strong>de</strong> justicia y el tesoro <strong>de</strong> mis<br />

reve<strong>la</strong>ciones a los pobres <strong>de</strong> espíritu.<br />

36. Hasta que el tiempo pasó, <strong>la</strong> humanidad se dio cuenta <strong>de</strong> quien había estado en el<br />

mundo; entonces, <strong>la</strong> Obra <strong>de</strong> Jesús fue tenida por perfecta y divina, reconocida como<br />

sobre-humana. ¡Cuántas lágrimas <strong>de</strong> arrepentimiento! ¡Cuánto remordimiento en los<br />

espíritus! (29, 37-41)<br />

37. Si Jesús que era el Camino, <strong>la</strong> Verdad y <strong>la</strong> <strong>Vida</strong>, terminó su misión con aquel<strong>la</strong><br />

oración <strong>de</strong> siete pa<strong>la</strong>bras, diciendo al final a su Padre: En tus manos encomiendo mi<br />

Espíritu. Pensad si vosotros que sois los párvulos y los discípulos <strong>de</strong> aquel Maestro,<br />

podréis <strong>de</strong>jar esta vida sin ofrecérse<strong>la</strong> al Padre como un atributo <strong>de</strong> obediencia y <strong>de</strong><br />

humildad, y podréis cerrar vuestros ojos a este mundo sin pedir al Señor su<br />

protección, ya que tendréis que abrirlos en otras regiones.<br />

38. Toda <strong>la</strong> vida <strong>de</strong> Jesús fue una ofrenda <strong>de</strong> amor al Padre. Las horas que duró su<br />

agonía en <strong>la</strong> cruz fueron una oración <strong>de</strong> amor, <strong>de</strong> intercesión y <strong>de</strong> perdón.<br />

39. Ése es el camino que os vine a seña<strong>la</strong>r, humanidad. Vivid imitando a vuestro<br />

Maestro y os prometo llevaros a mi seno, que es el origen <strong>de</strong> toda felicidad. (94, 78-80)<br />

40. Yo Cristo, a través <strong>de</strong> Jesús, el hombre, manifesté <strong>la</strong> gloria <strong>de</strong>l Padre su sabiduría<br />

y su po<strong>de</strong>r. <strong>El</strong> po<strong>de</strong>r fue empleado para obrar prodigios en bien <strong>de</strong> los necesitados <strong>de</strong><br />

fe en el espíritu, <strong>de</strong> luz en el entendimiento y <strong>de</strong> paz en el corazón. Ese po<strong>de</strong>r, que es<br />

<strong>la</strong> misma fuerza <strong>de</strong>l amor, fue <strong>de</strong>rramado sobre los necesitados, para darse íntegro a<br />

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