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EL TERCER TESTAMENTO - El Libro de la Vida Verdadera

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80. Todo ello será producto <strong>de</strong> <strong>la</strong> gran confusión espiritual que <strong>la</strong> humanidad ha<br />

venido preparando, mas no temáis, procurad vivir ve<strong>la</strong>ndo y orando y no sucumbiréis<br />

en <strong>la</strong> confusión, porque mi pa<strong>la</strong>bra, en los momentos <strong>de</strong> mayor tinieb<strong>la</strong>, será luz que<br />

os haga contemp<strong>la</strong>r mi verdad diáfana y perenne. (252, 15-17)<br />

Malos hábitos, hipocresía, vicios<br />

81. La vanidad ha anidado en los que, creyendo haber alcanzado el completo<br />

conocimiento <strong>de</strong> <strong>la</strong> verdad, han llegado a consi<strong>de</strong>rarse sabios, fuertes, infalibles,<br />

gran<strong>de</strong>s y absolutos, sin darse cuenta que muchas veces han estado confundidos.<br />

82. No quiero que entre este pueblo que apenas comienza a formarse bajo <strong>la</strong> luz <strong>de</strong><br />

estas lecciones, surjan mañana los hombres que se encuentren confundidos por su<br />

vanidad, pregonando que son <strong>la</strong> reencarnación <strong>de</strong> Cristo, o que son los nuevos<br />

Mesías.<br />

83. Quienes cometan tales actos, serán los que, creyendo haber alcanzado <strong>la</strong><br />

comprensión <strong>de</strong> toda mi verdad, en realidad van lejos <strong>de</strong>l sen<strong>de</strong>ro marcado por Cristo,<br />

que es el <strong>de</strong> <strong>la</strong> humildad.<br />

84. Estudiad <strong>la</strong> vida <strong>de</strong> Jesús en <strong>la</strong> Tierra y encontraréis una profunda e inolvidable<br />

lección <strong>de</strong> humildad. (27, 3-6)<br />

85. Uno <strong>de</strong> los <strong>de</strong>fectos más graves es el <strong>de</strong> <strong>la</strong> hipocresía; no pregonéis amor mientras<br />

no seáis capaces <strong>de</strong> amarme en vuestros semejantes.<br />

86. ¡Cuántos <strong>de</strong> los que han I u/gado el beso <strong>de</strong> Judas no quieren ver que ellos han<br />

dado el beso <strong>de</strong> aparente fraternidad a su hermano y por su espalda le han traicionado!<br />

Cuántos <strong>de</strong> los que dicen estar sirviendo a los necesitados los veo entregando a<br />

cambio <strong>de</strong> monedas, <strong>la</strong> luz, <strong>la</strong> verdad, <strong>la</strong> caridad.<br />

87. ¿Por qué cuando alguien os ha atemorizado con sus preguntas, habéis hecho como<br />

Pedro en sus momentos <strong>de</strong> f<strong>la</strong>queza: negarme y afirmar que en verdad ni siquiera me<br />

habéis conocido? ¿Por qué teméis a <strong>la</strong> justicia humana y no teméis a <strong>la</strong> mía?<br />

88. En verdad os digo que entre <strong>la</strong> justicia divina y vuestros pecados, se interpone <strong>la</strong><br />

intercesión <strong>de</strong> María, vuestra Madre Celestial, que siempre ruega por vosotros. (75,<br />

37)<br />

89. Ninguno está autorizado para juzgar <strong>la</strong>s obras <strong>de</strong> sus hermanos, porque si el que<br />

está limpio no lo hace, ¿Por qué ha <strong>de</strong> hacerlo quien lleva manchas en su corazón?<br />

90. Os digo esto, porque siempre andáis escudriñando <strong>la</strong> simiente <strong>de</strong> vuestro hermano<br />

esperando encontrarle <strong>de</strong>fectos, para luego enseñarle vuestra siembra y humil<strong>la</strong>rle<br />

diciéndole que vuestra <strong>la</strong>bor es más limpia y perfecta.<br />

91. <strong>El</strong> único juez que sabe aqui<strong>la</strong>tar vuestras obras, es vuestro Padre que habita en los<br />

cielos; cuando Él se presente con su ba<strong>la</strong>nza, no tendrá ante sus ojos mayor mérito<br />

quien comprenda más, sino el que haya sabido ser hermano <strong>de</strong> sus semejantes e hijo<br />

<strong>de</strong> su Señor. (131, 55 - 57)<br />

92. Apren<strong>de</strong>d y practicad, enseñad sintiendo lo que hagáis y digáis, confirmad mi<br />

Doctrina con vuestras obras. No quiero prevaricadores entre mis discípulos. Pensad<br />

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