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EL TERCER TESTAMENTO - El Libro de la Vida Verdadera

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40. La caravana se <strong>de</strong>tuvo frente al oasis, mientras los dos hombres frente a frente se<br />

contemp<strong>la</strong>ban asombrados; al fin el que habitaba en el oasis preguntó al que había<br />

sido su compañero: Decidme ¿Cómo es posible que haya quienes pasen por este<br />

<strong>de</strong>sierto sin sentir sed ni experimentar cansancio?<br />

41. Es que en su interior pensaba lo que sería <strong>de</strong> él el día en que nadie se acercara a<br />

pedirle agua o albergue.<br />

42. <strong>El</strong> buen caminante le dijo a su compañero: Yo llegué hasta <strong>la</strong> gran ciudad, mas no<br />

sólo en el camino encontré enfermos, sino sedientos, extraviados, cansados y a todos<br />

los reanimé con <strong>la</strong> fe que a mí me anima, y así <strong>de</strong> oasis en oasis llegamos un día a <strong>la</strong>s<br />

puertas <strong>de</strong> <strong>la</strong> gran ciudad.<br />

43. Ahí fui l<strong>la</strong>mado por el Señor <strong>de</strong> aquel Reino, el que viendo que conocía el <strong>de</strong>sierto<br />

y que tenía piedad <strong>de</strong> los viajeros, me dio <strong>la</strong> misión <strong>de</strong> volver para ser guía y<br />

consejero en <strong>la</strong> dolorosa travesía <strong>de</strong> los caminantes.<br />

44. Aquí me tenéis conduciendo una más <strong>de</strong> <strong>la</strong>s caravanas que he <strong>de</strong> llevar a <strong>la</strong> gran<br />

ciudad. Y vos ¿Qué hacéis aquí? Preguntó al que se había quedado en el oasis. Este<br />

avergonzado, enmu<strong>de</strong>ció.<br />

45. Entonces el buen viajero le dijo: sé que habéis hecho vuestro este oasis, que<br />

vendéis sus aguas y que cobráis por <strong>la</strong> sombra, estos bienes no son vuestros, fueron<br />

puestos en el <strong>de</strong>sierto por un po<strong>de</strong>r divino para que los tomara el que <strong>de</strong> ellos<br />

necesitara.<br />

46. ¿Veis estas multitu<strong>de</strong>s? <strong>El</strong><strong>la</strong>s no necesitan <strong>de</strong>l oasis porque no sienten sed, ni se<br />

fatigan, me basta trasmitirles el mensaje que por mi conducto les envía el Señor <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

gran ciudad, para que se levanten, encontrando en cada paso fuerzas por el i<strong>de</strong>al que<br />

tienen <strong>de</strong> alcanzar aquel Reino.<br />

47. Dejad el manantial a los sedientos, para qué en él encuentren <strong>de</strong>scanso y apaguen<br />

su sed los que sufren los rigores <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sierto.<br />

48. Vuestro orgullo y egoísmo os han cegado, mas ¿De qué os ha servido el ser dueño<br />

<strong>de</strong> este pequeño oasis, si vivís en esta soledad y os habéis privado <strong>de</strong> conocer <strong>la</strong> gran<br />

ciudad que juntos buscábamos? ¿Ya olvidasteis aquel i<strong>de</strong>al que fue <strong>de</strong> los dos?<br />

49. Aquel varón escuchando en silencio al que fuera fiel y abnegado compañero,<br />

prorrumpió en l<strong>la</strong>nto porque sintió arrepentimiento <strong>de</strong> sus errores, y arrancándose <strong>la</strong>s<br />

falsas ga<strong>la</strong>s, se fue en busca <strong>de</strong>l punto <strong>de</strong> partida que era don<strong>de</strong> el <strong>de</strong>sierto empezaba,<br />

para seguir el camino que lo llevara a <strong>la</strong> gran ciudad; mas ahora marchaba iluminado<br />

su sen<strong>de</strong>ro por una nueva luz, <strong>la</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> fe y el amor a sus semejantes".<br />

50. Yo soy el Señor <strong>de</strong> <strong>la</strong> gran ciudad y <strong>El</strong>ías el anciano <strong>de</strong> mi parábo<strong>la</strong>, es <strong>la</strong> "voz <strong>de</strong>l<br />

que c<strong>la</strong>ma en el <strong>de</strong>sierto", es el que nuevamente se manifiesta entre vosotros, en<br />

cumplimiento a <strong>la</strong> reve<strong>la</strong>ción que os di, en <strong>la</strong> transfiguración <strong>de</strong>l Monte <strong>la</strong>bor. Él es<br />

quien os guía en el I creer Tiempo hacia <strong>la</strong> gran ciudad, en don<strong>de</strong> os espero para<br />

entregaros el ga<strong>la</strong>rdón eterno <strong>de</strong> mi amor.<br />

51. Seguid a <strong>El</strong>ías ¡Oh pueblo amado! y todo cambiará en vuestra vida; en vuestro<br />

culto e i<strong>de</strong>ales, todo será transformado.<br />

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