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EL TERCER TESTAMENTO - El Libro de la Vida Verdadera

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que fueron oportunidad para aproximarse a <strong>la</strong> meta, pi<strong>de</strong> una materia más, para expiar<br />

faltas y <strong>de</strong>sempeñar misiones no cumplidas!<br />

57. ¿Quién hizo justicia entonces? ¿No fue el mismo espíritu quien formó su juicio?<br />

58. Mi Espíritu es un espejo en el que tenéis que contemp<strong>la</strong>ros y Él os dirá el estado<br />

<strong>de</strong> pureza que guardéis. (240,41 -46)<br />

59. Cuando vuestro espíritu se <strong>de</strong>spoje <strong>de</strong> <strong>la</strong> capa humana y en el santuario <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida<br />

espiritual se recoja en el fondo <strong>de</strong> sí mismo, para examinar su pasado y examinar su<br />

cosecha, muchas <strong>de</strong> sus obras que aquí en el mundo le habían parecido perfectas,<br />

dignas <strong>de</strong> ser presentadas al Señor y merecedoras <strong>de</strong> un ga<strong>la</strong>rdón, resultarán pequeñas<br />

en los instantes <strong>de</strong> aquel<strong>la</strong> meditación; el espíritu compren<strong>de</strong>rá que el sentido <strong>de</strong><br />

muchos actos que en el mundo le parecieron buenos, no fueron mas que rasgos <strong>de</strong><br />

vanidad, <strong>de</strong> falso amor, <strong>de</strong> caridad no sentida por el corazón.<br />

60. ¿Quién creéis que ha dado al espíritu <strong>la</strong> iluminación <strong>de</strong> un juez perfecto para<br />

juzgarse a sí mismo? La conciencia, que en esta hora <strong>de</strong> justicia os parecerá que bril<strong>la</strong><br />

con c<strong>la</strong>ridad antes nunca vista, y el<strong>la</strong> será <strong>la</strong> que diga a cada quien qué fue lo bueno,<br />

lo justo, lo real, lo verda<strong>de</strong>ro que hizo en <strong>la</strong> Tierra y qué fue lo malo, lo falso y lo<br />

impuro, que en su camino sembró.<br />

61. <strong>El</strong> santuario <strong>de</strong> que acabo <strong>de</strong> hab<strong>la</strong>ros, es el <strong>de</strong> <strong>la</strong> conciencia. Ese templo que<br />

nadie podrá profanar, ese templo en el que habita Dios y <strong>de</strong> don<strong>de</strong> sale su voz y brota<br />

<strong>la</strong> luz.<br />

62. En el mundo nunca habéis sabido penetrar en ese santuario interior, porque<br />

vuestra personalidad humana siempre procura los medios <strong>de</strong> evadir <strong>la</strong> voz sabia que<br />

en cada hombre hab<strong>la</strong>.<br />

63. Os digo que, al <strong>de</strong>spojarse vuestro espíritu <strong>de</strong> su envoltura, al fin podrá <strong>de</strong>tenerse<br />

ante el umbral <strong>de</strong> ese santuario para disponerse a entrar en él y ante ese altar <strong>de</strong>l<br />

espíritu, postrarse, oírse a sí mismo, examinar sus obras ante esa luz que es <strong>la</strong><br />

conciencia, oír hab<strong>la</strong>r <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> sí <strong>la</strong> voz <strong>de</strong> Dios, como Padre, como Maestro y como<br />

Juez.<br />

64. Ningún mortal pue<strong>de</strong> imaginar en toda su solemnidad ese instante por el que<br />

habréis <strong>de</strong> pasar todos, a fin <strong>de</strong> conocer lo que lleváis <strong>de</strong> bueno, para conservarlo y lo<br />

que <strong>de</strong>béis <strong>de</strong> rechazar porque no podéis llevarlo por más tiempo en el espíritu.<br />

65. Cuando el espíritu sienta que está frente a su conciencia y el<strong>la</strong> se hace presente<br />

con <strong>la</strong> c<strong>la</strong>ridad <strong>de</strong> <strong>la</strong> verdad, ese ser se siente sin fuerzas para escucharse a sí mismo,<br />

quisiera no haber existido nunca, porque ante sí, en un instante, pasa <strong>de</strong><strong>la</strong>nte <strong>de</strong> su<br />

mente toda su vida, <strong>la</strong> que <strong>de</strong>jó atrás, <strong>la</strong> que poseyó y fue suya y <strong>de</strong> <strong>la</strong> cual ha llegado<br />

por fin a rendir cuentas.<br />

66. Discípulos, humanidad: Preparaos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> esta vida para ese instante, para que<br />

cuando vuestro espíritu se presente ante el umbral <strong>de</strong>l templo <strong>de</strong> <strong>la</strong> conciencia, no<br />

vayáis a transformar ese templo en tribunal, porque el dolor espiritual será tan gran<strong>de</strong><br />

que no hay dolor material que se le parezca.<br />

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