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EL TERCER TESTAMENTO - El Libro de la Vida Verdadera

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miro con piedad. A quienes tratan <strong>de</strong> <strong>de</strong>struirme en el corarán <strong>de</strong> <strong>la</strong> humanidad, les<br />

juzgo ignorantes ya que creen tener el po<strong>de</strong>r o <strong>la</strong>s armas para <strong>de</strong>struir a quien es el<br />

Autor <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida. (73, 33)<br />

47. Vengo a mostrarme como un Padre amoroso, como un Maestro humil<strong>de</strong>, jamás<br />

indiferente a vuestros sufrimientos y siempre indulgente y misericordioso ante<br />

vuestras imperfecciones, porque siempre seréis niños <strong>de</strong><strong>la</strong>nte <strong>de</strong> Mí.<br />

48. Tengo que juzgaros cuando contemplo cómo <strong>la</strong>s criaturas que fueron formadas<br />

con tanto amor, y <strong>de</strong>stinadas a <strong>la</strong> vida eterna, buscan obstinadamente <strong>la</strong> muerte en <strong>la</strong><br />

tierra, sin preocuparse <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida espiritual, ni <strong>de</strong>sear conocer <strong>la</strong>s perfecciones que os<br />

reserva aquel<strong>la</strong> existencia. (125, 59 -60)<br />

49. Si soy vuestro Padre, pensad que necesariamente tengo que sentir lo que los hijos<br />

sientan, sólo así compren<strong>de</strong>réis que mientras cada uno <strong>de</strong> vosotros sufre y siente su<br />

propio dolor, el Espíritu Divino sufre con el dolor <strong>de</strong> todas sus criaturas.<br />

50. Como una prueba <strong>de</strong> esta verdad vine al mundo a hacerme nombre y a cargar una<br />

cruz que representó todo el dolor y el pecado <strong>de</strong>l mundo. Y si en cuanto hombre<br />

cargué sobre mis hombros el peso <strong>de</strong> vuestras imperfecciones, y si sentí todo vuestro<br />

dolor, ¿Podría en cuanto Dios mostrarme insensible ante <strong>la</strong>s penas <strong>de</strong> mis hijos? (219,<br />

11 -12)<br />

Perdón, misericordia y clemencia <strong>de</strong> Dios<br />

51. Soy Yo el único que conoce el <strong>de</strong>stino <strong>de</strong> todos, el único que sabe el camino que<br />

habéis recorrido y el que tenéis que transitar. Soy el que compren<strong>de</strong> vuestros<br />

sufrimientos y vuestros goces. Sé lo que habéis andado para encontrar <strong>la</strong> verdad y <strong>la</strong><br />

justicia. Mi caridad es <strong>la</strong> que percibe <strong>la</strong> voz angustiada <strong>de</strong>l que interiormente me pi<strong>de</strong><br />

perdón por sus faltas.<br />

52. Y como Padre vengo a aten<strong>de</strong>r toda súplica, a recoger vuestras lágrimas, a curar<br />

vuestras dolencias, a hacer que os sintáis perdonados y absueltos <strong>de</strong> vuestras manchas<br />

para que rehagáis vuestra vida.<br />

53. También Yo soy el único que pue<strong>de</strong> perdonaros <strong>la</strong>s ofensas hechas a Mí por<br />

vosotros que sois mis hijos. (245,39-41)<br />

54. En este tiempo mi pa<strong>la</strong>bra os está iluminando nuevamente. Vengo a <strong>de</strong>rramar mi<br />

gracia, para que estéis limpios y preparados, mas si caéis en pecado nuevamente,<br />

reconoced pueblo, que no soy Yo quien os aparta <strong>de</strong> mi regazo, sino sois vosotros los<br />

que os alejáis <strong>de</strong> Mí, cuando ésta no es mi Voluntad. Mas mi perdón y mi amor, cual<br />

puerta abierta se encuentra para recibir a todo aquel que arrepentido quiera volver a<br />

Mí. (283, 69)<br />

55. En el amor con que os perdono y corrijo, me doy a conocer. Cuando vivisteis bajo<br />

vuestra voluntad ofendiendo a cada instante al Padre, no corté el hilo <strong>de</strong> esa existencia<br />

<strong>de</strong> pecado, no os negué el aire, ni el pan; no os abandoné en el dolor ni <strong>de</strong>soí vuestra<br />

queja; y <strong>la</strong> Naturaleza os siguió ro<strong>de</strong>ando con su fecundidad, su luz y sus bendiciones.<br />

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