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EL TERCER TESTAMENTO - El Libro de la Vida Verdadera

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37. Quiero que seáis hombres <strong>de</strong> fe, que creáis en <strong>la</strong> vida espiritual; si habéis visto<br />

partir al Más Allá a vuestros hermanos, no los sintáis lejanos ni penséis que los habéis<br />

perdido para siempre. Si queréis reuniros con ellos, trabajad, haced méritos y cuando<br />

lleguéis al Más Allá, ahí los encontraréis esperándoos, para enseñaros a vivir en el<br />

Valle Espiritual. (9, 20)<br />

38. ¿Quién no ha sentido inquietud ante <strong>la</strong> vida <strong>de</strong>l Más Allá? ¿Quién <strong>de</strong> los que han<br />

perdido a un ser amado en este mundo, no ha sentido el anhelo <strong>de</strong> volver a<br />

contemp<strong>la</strong>rlo o por lo menos <strong>de</strong> saber dón<strong>de</strong> se encuentra? Todo lo sabréis; a ellos los<br />

volveréis a mirar.<br />

39. Mas haced méritos ahora, no sea que cuando <strong>de</strong>jéis esta Tierra, en el valle<br />

espiritual preguntéis en dón<strong>de</strong> se encuentran aquéllos que esperáis encontrar, y os<br />

digan que no les podéis ver porque se encuentran en una esca<strong>la</strong> más alta; no olvidéis<br />

que tiempo ha os he dicho que en <strong>la</strong> casa <strong>de</strong>l Padre existen muchas moradas. (61,31)<br />

<strong>El</strong> juicio al espíritu por <strong>la</strong> Conciencia propia<br />

40. Cuando el espíritu <strong>de</strong> algún gran pecador se <strong>de</strong>spren<strong>de</strong> <strong>de</strong> esta vida material para<br />

penetrar en el valle espiritual, se sorpren<strong>de</strong> al comprobar que el infierno, como él lo<br />

imaginaba, no existe, y que el fuego <strong>de</strong>l cual se le habló en los tiempos pasados, no es<br />

sino <strong>la</strong> esencia <strong>de</strong> sus obras al encontrarse ante el juez inexorable que es su<br />

conciencia.<br />

41. Ese juicio eterno, esa c<strong>la</strong>ridad que se hace en medio <strong>de</strong> <strong>la</strong>s tinieb<strong>la</strong>s que envuelven<br />

a aquel pecador, queman más que el fuego más ardiente que pudieseis concebir, mas<br />

no es una tortura preparada <strong>de</strong> antemano como un castigo para el que me ofendió, no,<br />

esa tortura proviene <strong>de</strong>l conocimiento <strong>de</strong> <strong>la</strong>s faltas cometidas, <strong>de</strong>l pesar <strong>de</strong> haber<br />

ofendido a quien le dio <strong>la</strong> existencia, <strong>de</strong> haber hecho mal uso <strong>de</strong>l tiempo y <strong>de</strong> cuantos<br />

bienes recibió <strong>de</strong> su Señor.<br />

42. ¿Creéis que <strong>de</strong>ba Yo castigar a quien con sus pecados me ofendió, cuando Yo sé<br />

que el pecado ofen<strong>de</strong> más a quien lo comete? ¿No miráis que el pecador es a sí mismo<br />

a quien se hace mal y que no voy Yo a aumentar con su castigo <strong>la</strong> <strong>de</strong>sgracia que se ha<br />

<strong>la</strong>brado? So<strong>la</strong>mente <strong>de</strong>jo que se mire a sí mismo, que oiga <strong>la</strong> voz inexorable <strong>de</strong> su<br />

conciencia, que se interrogue y se responda, que recobre <strong>la</strong> memoria espiritual que a<br />

través <strong>de</strong> <strong>la</strong> materia había perdido y recuer<strong>de</strong> su principio, su <strong>de</strong>stino y sus promesas;<br />

y ahí en ese juicio, tiene que experimentar el efecto <strong>de</strong>l fuego que extermine su mal,<br />

que le funda <strong>de</strong> nuevo como el oro en el crisol, para apartar <strong>de</strong> él lo nocivo, lo<br />

superfluo y todo lo que no es espiritual.<br />

43. Cuando un espíritu se <strong>de</strong>tiene a escuchar <strong>la</strong> voz y el juicio <strong>de</strong> su conciencia, <strong>de</strong><br />

cierto os digo, que en esa hora se encuentra ante mi presencia.<br />

44. Ese momento <strong>de</strong> quietud, <strong>de</strong> serenidad y c<strong>la</strong>ridad, no llega al mismo tiempo a<br />

todos los espíritus; unos penetran pronto en el examen <strong>de</strong> sí mismos, y con ello se<br />

evitan muchas amarguras, porque en cuanto <strong>de</strong>spiertan a <strong>la</strong> realidad y reconocen sus<br />

errores, se preparan y disponen para reparar hasta <strong>la</strong> última <strong>de</strong> sus ma<strong>la</strong>s obras.<br />

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