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EL TERCER TESTAMENTO - El Libro de la Vida Verdadera

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que escuchan y que consagran parte <strong>de</strong> su vida a impartir <strong>la</strong> caridad, no <strong>la</strong> conocen<br />

aquéllos a quienes tanto envidiáis, ni <strong>la</strong> podrán conseguir con toda su riqueza.<br />

21. Hay quienes saben poseer al mismo tiempo los bienes <strong>de</strong>l mundo y los <strong>de</strong>l<br />

espíritu, otros a quienes no se les da lo <strong>de</strong>l mundo porque se olvidan <strong>de</strong> lo espiritual, y<br />

otros a quienes sólo les interesa lo <strong>de</strong>l mundo creyendo que <strong>la</strong>s leyes divinas son un<br />

enemigo para <strong>la</strong>s riquezas terrenales.<br />

22. Los bienes son siempre bienes, mas no todos les saben emplear; también <strong>de</strong>béis<br />

saber que no todo <strong>de</strong> lo que muchos poseen se los he dado Yo; los hay que tienen lo<br />

que <strong>de</strong> Mí han recibido como compensación, así como existen otros que todo cuanto<br />

tienen lo han hurtado.<br />

23. La mayor prueba que los hombres pue<strong>de</strong>n tener sobre vuestro cumplimiento en <strong>la</strong><br />

vida, es <strong>la</strong> paz <strong>de</strong>l espíritu no <strong>la</strong> cantidad <strong>de</strong> monedas. (197,24-27)<br />

24. Cuando os digo: "Pedid, que se os dará", me pedís para <strong>la</strong> materia. En verdad:<br />

¡Qué poco me pedís! ¡Pedidme ante todo lo que beneficie a vuestro espíritu! No<br />

atesoréis en <strong>la</strong> tierra, porque aquí se encuentra el que hurta; atesorad en el reino <strong>de</strong>l<br />

Padre, porque ahí vuestro caudal se encontrará seguro y será para <strong>la</strong> felicidad y paz <strong>de</strong><br />

vuestro espíritu.<br />

25. Los tesoros <strong>de</strong> <strong>la</strong> tierra son <strong>la</strong>s riquezas, el po<strong>de</strong>r y los títulos <strong>de</strong> falsa gran<strong>de</strong>za.<br />

Los tesoros <strong>de</strong>l espíritu son <strong>la</strong>s buenas obras. (181, 68 - 69)<br />

26. <strong>El</strong> envanecido cree ser gran<strong>de</strong> sin serlo, y es pequeño el que se conforma con <strong>la</strong>s<br />

riquezas superfluas <strong>de</strong> esta vida, sin <strong>de</strong>scubrir los verda<strong>de</strong>ros valores <strong>de</strong>l corazón y<br />

<strong>de</strong>l espíritu. Cuan pequeños son sus <strong>de</strong>seos, sus amores, sus i<strong>de</strong>ales ¡Con qué poco se<br />

conforman!<br />

27. Mas el que sabe vivir, es aquél que ha aprendido a dar a Dios lo que es <strong>de</strong> Dios y<br />

al mundo lo que es <strong>de</strong>l mundo. Aquél que sabe recrearse en el seno <strong>de</strong> <strong>la</strong> Naturaleza,<br />

sin convertirse en esc<strong>la</strong>vo <strong>de</strong> <strong>la</strong> materia, ése sabe vivir, y aunque aparentemente nada<br />

posea, es dueño <strong>de</strong> los bienes <strong>de</strong> esta vida y está en camino <strong>de</strong> poseer <strong>la</strong>s riquezas <strong>de</strong>l<br />

reino. (217, 19-20)<br />

La ley <strong>de</strong> <strong>la</strong> dación<br />

28. Si esta humanidad tuviera fe en mi pa<strong>la</strong>bra, me llevaría en su corazón, tendría<br />

siempre presente aquel<strong>la</strong> frase mía, cuando dije a <strong>la</strong>s multitu<strong>de</strong>s que me escuchaban:<br />

"En verdad os digo, que si un vaso <strong>de</strong> agua dieseis, él no quedaría sin ga<strong>la</strong>rdón".<br />

29. Mas los hombres piensan que si algo dan, nada reciben en cambio, y para<br />

conservar lo que poseen, lo guardan sólo para ellos.<br />

30. Ahora os digo, que en mi justicia existe <strong>la</strong> perfecta comprensión, para que nunca<br />

temáis dar algo <strong>de</strong> lo que poseéis. ¿Veis a esos hombres que atesoran y acumu<strong>la</strong>n y no<br />

participan a nadie <strong>de</strong> lo que poseen? Esos hombres llevan muerto el espíritu.<br />

31. En cambio, aquéllos que han consagrado hasta el último aliento <strong>de</strong> su existencia<br />

para dar a sus semejantes cuanto poseen, hasta verse solos, abandonados y pobres, en<br />

su hora postrera, esos han sido guiados siempre por <strong>la</strong> luz <strong>de</strong> <strong>la</strong> fe, <strong>la</strong> cual les ha<br />

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