PLAN DE DESARROLLO 2004-2011 SANCIONADO - Incoder

asentamientos. La región meridional se convierte, entonces, en una entrecrucijada de rivalidades y deseos del poder. En
esta confluencia de rumbos y pasiones, los conquistadores y sus huestes vienen y van en pos de las tentaciones del oro. El
oleaje migratorio aumenta o disminuye ante el espejismo de “El Dorado”. El interés personal es la meta única. Cuando en
1.538 Lorenzo de Aldana recibe de Pizarro suficientes poderes para “Tomar posesión de todas las tierras que Belalcazar
hubiera conquistado”, también se le notifica la orden expresa de “tomarlo prisionero y aún para decapitarlo si las
circunstancias así lo exigían” De este modo, la Villa surge como un desafío a la voluntad autocrática de quien se creía
dueño y señor de toda América. Al arribo de Aldana, gran parte de la población se amotina contra el hispano. Un nuevo
mojón hunde sus raíces en lo más profundo de las estructuras jurídicas: el desconocimiento a todo lo jerárquicamente
establecido.
Así, de inconformidad en inconformidad, de insubordinación en insubordinación, van cambiando las condiciones de la
fecunda e ilimite topografía suriana. Lo cierto es que en estos tiempos convulsionados, la prosperidad agrícola, la
transparencia de las aguas, los variados paisajes, llaman la atención de los peninsulares. Lo mismo pasa con el avance
progresivo de las fuerzas productivas. Aunque ese desarrollo va decayendo en la medida en que se diezma
sistemáticamente la población aborigen. Las artesanías, los tejidos y la orfebrería acreditan la supervivencia de una cultura
meritoria y compleja.
Ya en la Colonia, los asientos, las villas y las ciudades concentran los organismos administrativos. Entran a funcionar las
capillas, con sus Lugartenientes, sus Alguaciles y sus Escribanos; los Cabildos, con sus Regidores y Alcaldes, Tenientes de
Gobernador, Procuradores y Escribanos Públicos. Los Escudos de Armas y los Estandartes Reales se conceden en
proporción directa con los servicios. Entre este andamiaje burocrático, se respira un ambiente conventual y aparentemente
místico. Proliferan los templos y los Cristos que agonizan en el desamparo. Algunos centenares de españoles, de diferente
procedencia, se encariñan con la tierra y forman aquí sus hogares. Los Cepedas y Ahumadas, los Esquíveles y Girones, los
Benavides y Hernández. Los Díaz de Pineda y Díaz Sánchez de Narváez, trasplantan a la greda aborigen la simiente de los
santos, de los héroes y de los locos de Iberia. Entran en escena los repartimientos, las encomiendas y esclavitud disfrazada
de adoctrinamiento. Las instituciones feudales llegan con un siglo de retraso. Una aristocracia con pergaminos y sin
escrúpulos, avasalla cuanto le rodea. Se ha establecido que 23 mil indios eran explotados por 32 encomenderos, que se
reputaban amos de vida, honras y haciendas. Pasto ya era “el pueblo mayor más importante de la Gobernación de
Popayán” y contaba con los mejores edificios. En 1.559 obtuvo sus blasones heráldicos y el titulo de “muy noble y leal” iba a
pesarle como una carga tradicionalista. Desde entonces el apego a sus símbolos y a los valores del pretérito, es la
característica de la comarca. Ya al finalizar las penumbras del coloniaje, disminuyen los núcleos aborígenes, escasea la
mano de obra y decae el recaudo de los tributos. Sólo aumentan los diezmos. Sobreviene el letargo.
7