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susana wesley - Igreja Metodista de Vila Isabel

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es que adoptó un método y, por encima <strong>de</strong> todo, un método digno dirigido hacia un fin elevado.<br />

Acostum­braba a sus hijos a tener horas marcadas para cada <strong>de</strong>ber y ella fue la única maestra<br />

que cada uno <strong>de</strong> ellos tuviera en la al<strong>de</strong>a <strong>de</strong> Epworth. Su hijo Samuel fue el único a quien<br />

proveyeron <strong>de</strong> un maestro particular durante su niñez.<br />

Para Susana lo supremo en el hogar era la religión. Preocupábase por la educación religiosa<br />

<strong>de</strong> sus hijos con extremo celo. Y ésta fue la razón por la cual sus hijos varones llegaron a ser<br />

personajes tan distinguidos y útiles para el mundo entero. Separaba, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> las<br />

<strong>de</strong>vocio­nes familiares, una hora semanal para cada uno <strong>de</strong> ellos. En el año 1712, escribió a su<br />

esposo:<br />

"He resuelto comenzar con mis propios hijos y, por lo tanto, me propuse observar el método<br />

siguiente: Me tomo, <strong>de</strong> la porción <strong>de</strong> tiempo que puedo ahorrar cada noche, lo necesario para<br />

discurrir con cada uno <strong>de</strong> ellos separadamente acerca <strong>de</strong> 10 que ('II('S(' su principal necesidad.<br />

El lunes conversaba con Molly, el martes con Hetty, el miércoles con Mary, el jueves con Jacky,<br />

el viernes con Patty, el s;\ hado con Carlos y el domingo con Elimia y Sukey juntas". (8)<br />

Como vimos, la noche <strong>de</strong>dicada a Juan era el jueves. Po<strong>de</strong>mos imaginarnos la influencia que<br />

eso tendría en su joven vida. Fue en ese mismo año cuando ella escribió esa carta, que<br />

comenzó a tener reuniones en su casa mientras su esposo estaba ausente durante diversos<br />

meses. Sorpren<strong>de</strong>ntemente las asistencias fueron creciendo vez tras vez en número. Y a veces<br />

más <strong>de</strong> doscientas personas vinieron a escuchar sus exhortaciones y la lectura <strong>de</strong> ser­mones.<br />

Por dos veces, a instigación <strong>de</strong>l ayudante <strong>de</strong> su esposo, ella recibió <strong>de</strong> su marido la sugestión<br />

para que <strong>de</strong>sistiera <strong>de</strong> dirigir esas reuniones, por hallar que era conducta inconveniente para<br />

una mujer. Sin embargo, ella siguió a<strong>de</strong>lante con esa costumbre. Y contestando a la segunda<br />

carta, que sobre este asunto le escribiera el esposo, dícele:<br />

"Si tú, sin embargo, piensas que es conveniente disolver esta asamblea, no me digas que<br />

<strong>de</strong>seas que yo lo haga porque eso no sería suficiente como para satisfacer a mi conciencia. Si<br />

así fuere envíame tu or<strong>de</strong>n positiva, en términos tan completos y termi­nantes que me<br />

absuelvan <strong>de</strong> toda culpa y castigo por haber <strong>de</strong>scuidado esta oportunidad <strong>de</strong> hacer el bien, en<br />

el día que tú y yo aparezcamos ante el gran y terrible tribunal <strong>de</strong> nuestro Señor Jesucristo" (9).<br />

Ante esa or<strong>de</strong>n inequívoca, Samuel Wesley nada más dijo, ni mencionó el asunto en cartas<br />

sucesivas. Ella, por lo tanto, continuó con las reuniones, lo que conquistó para la Iglesia la<br />

simpatía y el interés <strong>de</strong>l pueblo, el cual por tantos años anteriormente habíase conservado<br />

ajeno a los intereses religiosos. De esta manera, aportó ella gran<strong>de</strong>s beneficios a la obra <strong>de</strong> su<br />

esposo, mayores que los que éste consiguiera durante los muchos años <strong>de</strong> su ministerio allí.<br />

Juan y Carlos estaban en casa durante ese período. Ciertamente esas reuniones <strong>de</strong>bieron<br />

haber <strong>de</strong>jado honda impresión en sus mentes infantiles. Su ma­dre les estaba iniciando en una<br />

práctica que ellos adop­tarían más tar<strong>de</strong> durante todo su ministerio: la <strong>de</strong> dirigir reuniones <strong>de</strong><br />

carácter <strong>de</strong>vocional y evangelizador al mar­gen <strong>de</strong> la Iglesia.<br />

La educación religiosa que ella principiara en casa con cada uno <strong>de</strong> sus hijos, no se<br />

interrumpía cuando ellos se iban <strong>de</strong>l hogar por sus estudios u otras razones. Conti­nuaba su<br />

ministerio maternal a través <strong>de</strong> cartas. Una lectura <strong>de</strong> esas cartas que ella escribía a sus hijos y<br />

a su esposo nos sería <strong>de</strong> gran beneficio, por el profundo espí­ritu <strong>de</strong> piedad que exhala <strong>de</strong><br />

todas ellas. A través <strong>de</strong> las palabras que traducían sus pensamientos vislumbramos el alma <strong>de</strong><br />

una madre celosa y arrodillada ante el Señor, rogando por bendiciones permanentes a favor <strong>de</strong><br />

sus hijos. Una muestra <strong>de</strong>l espíritu que le incitaba a escribir esas cartas, encontrámosla en el<br />

siguiente fragmento <strong>de</strong> una que escribiera a su hija Susana:<br />

"Tú sabes muy bien cómo te amo. Amo tu cuerpo y ruego fervientemente al Dios Todopo<strong>de</strong>roso<br />

que te lo mantenga con salud, que te conceda todas las cosas necesarias a tu bienestar y<br />

sostén en este mun­do. Sin embargo mi preocupación más entrañable es por tu alma inmortal y<br />

por tu felicidad espiritual. No puedo expresar mejor mi interés en ese sentido sino<br />

esforzándome por instilar te en todo momento aquellos principios <strong>de</strong> conocimiento y verdad<br />

que son absolutamente necesarios para que te empeñes en llevar aquí una vida virtuosa, que<br />

es lo único que pue<strong>de</strong> infaliblemente asegurar tu felicidad eter­na". (10).

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