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susana wesley - Igreja Metodista de Vila Isabel

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Juan Wesley resolvió volver inmediatamente a Londres para poner coto a ese "abuso". Su<br />

madre aconsejóle que antes <strong>de</strong> hacerla, escuchara al que se extralimitaba en sus funciones <strong>de</strong><br />

exhortador. Juan aceptó la indicación materna y fue a escuchar a su predicador improvisado.<br />

Después <strong>de</strong> oírle, no pudo sino convencerse que el hombre hablaba inspirado por el Espíritu<br />

Divino. Oponérsele, hubiera sido temeridad.<br />

De esta manera, por la puerta <strong>de</strong>l fondo, tuvo entrada en el sistema metodista el predicador<br />

laico. Esto a fines <strong>de</strong> 1739 en la "Fundición". Y en el año 1744 eran ya cuarenta los<br />

predicadores locales que Juan Wesley usaba. Mientras él y su hermano iban itinerando <strong>de</strong> un<br />

lado para otro por el Reino Unido, esos predicadores locales cuidaban <strong>de</strong> las socieda<strong>de</strong>s o<br />

predicaban en los lugares <strong>de</strong> su resi<strong>de</strong>ncia.<br />

Aunque evi<strong>de</strong>ntemente no podamos pasar revista a todos aquellos que sin ór<strong>de</strong>nes<br />

eclesiásticas merecerían ser recordados, tendremos que, por lo menos, mencio­nar algunos<br />

para que tengamos una i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> la natura­leza <strong>de</strong> su carácter y obra.<br />

TOMÁS MAXFIELD<br />

En las páginas <strong>de</strong>l metodismo siempre será recordado con cariño, el nombre <strong>de</strong> Tomás<br />

Maxfield, el primero que tuvo la osadía <strong>de</strong> ir más allá <strong>de</strong> las ór<strong>de</strong>nes dadas por Juan Wesley.<br />

Era un humil<strong>de</strong> albañil. Fue conver­tido espectacularmente el 21 <strong>de</strong> mayo <strong>de</strong> 1739. En el<br />

principio <strong>de</strong>l movimiento metodista muy frecuentemen­te la predicación inflamada <strong>de</strong> los<br />

Wesley y Whitefield provocaba una conmoción tal en los oyentes que mu­chos se <strong>de</strong>smayaban<br />

o eran presa <strong>de</strong> convulsiones y soltaban a la vez exclamaciones <strong>de</strong> <strong>de</strong>sesperación o gritos <strong>de</strong><br />

angustia o clamores por el perdón divino.<br />

Esas extra­ñas manifestaciones eran criticadas acerbamente por los <strong>de</strong> afuera, pues las<br />

interpretaban como exageraciones morbosas o actos teatrales como para impresionar. En una<br />

reunión como ésa Tomás Maxfield fue convertido y también fue presa <strong>de</strong> una manifestación<br />

violenta. Juan Wesley comenta en su Diario esas manifestaciones y a su vez <strong>de</strong>scribe la<br />

conversión <strong>de</strong> Maxfield en estos términos:<br />

"Uno, otro y otro fueron <strong>de</strong>rrumbándose al suelo, temblando tremendamente en la presencia <strong>de</strong><br />

Su po<strong>de</strong>r; otros gritaban, con voz fuerte y airada: "¿Qué <strong>de</strong>bemos hacer para ser salvos?" Y en<br />

menos <strong>de</strong> una hora siete personas, completamente <strong>de</strong>sco­nocidas para mí hasta entonces,<br />

regocijábanse y cantaban y con toda su fuerza daban gracias a Dios por su salvación. (Esto<br />

ocurrió al aire libre y por la tar<strong>de</strong>) (Nota <strong>de</strong>l Autor)<br />

De noche narré lo que Dios había ya hecho como prueba <strong>de</strong> esa importante verdad <strong>de</strong> Dios<br />

que no <strong>de</strong>sea que ninguno perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento. Otra persona<br />

cayó al suelo junto a un individuo que era muy contrario a esas manifestaciones. Mientras éste<br />

quedó pasmado con esa escena, un muchacho también cerca suyo fue arrebatado <strong>de</strong> la misma<br />

manera.<br />

Un joven que esta­ba parado <strong>de</strong>trás suyo clavó los ojos en él y cayó como si estuviera muerto,<br />

mas inmediatamente empezó a rugir y a golpearse contra el suelo, <strong>de</strong> tal manera que dos<br />

hombres escasamente podían suje­tarlo. Su nombre era Tomás Maxfield... Yo nunca vi a nadie<br />

tan castigado por el maligno." (3)<br />

La transformación que se operó en ese hombre fue tal que poco <strong>de</strong>spués Wesley lo nombró<br />

exhortador <strong>de</strong> la sociedad que se reunía en la "Fundición". Ya hicimos anteriormente referencia<br />

al hecho <strong>de</strong> que Wesley, en un viaje que hiciera a Bristol, <strong>de</strong>jó a un exhortador a cargo <strong>de</strong> esa<br />

sociedad.<br />

Ese exhortador, como los lectores habrán inferido, era Tomás Maxfield. Mencionamos también<br />

la interferencia que su madre tuvo en el asunto. El consejo que ella le dio en esa oportunidad<br />

fue:<br />

"Juan, tú conoces cuáles han sido mis sentimientos. No sospecharás que yo favorezca<br />

ligeramente cualquier cosa <strong>de</strong> esta especie. Pero toma cuidado en lo que haces con respecto a

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