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susana wesley - Igreja Metodista de Vila Isabel

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En 1765 escuchó a Wesley en Bristol y unióse allí a la sociedad metodista. Poco<br />

tiempo <strong>de</strong>s­pués, concediósele licencia <strong>de</strong> predicador local. Wesley dijo <strong>de</strong> él: "Es un<br />

hombre <strong>de</strong> fuego y el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> Dios continuamente acompaña .a su palabra". No era<br />

sola­mente Wesley el que tenía una alta opinión <strong>de</strong> este militar-predicador, sino que<br />

otra autoridad en asuntos metodistas escribió <strong>de</strong>l Capitán lo que sigue:<br />

"La gente veía en su rostro al guerrero y escu­chaba en su voz al misionero. Bajo la<br />

influencia <strong>de</strong> su santa elocuencia la gente temblaba y lloraba, rindiéndose bajo el po<strong>de</strong>r<br />

extraordinario <strong>de</strong> su pa­labra." (3)<br />

Era el suyo un talento natural, aunque fuese hombre <strong>de</strong> consi<strong>de</strong>rable inteligencia. Leía<br />

bastante y conocía mucho a los hombres por el contacto que con ellos ha­bía tenido en<br />

su carrera militar. Llegó a leer su Nuevo Testamento en griego y el ejemplar que en esa<br />

lengua usaba, es aún una <strong>de</strong> las reliquias más preciosas que se conservan en América.<br />

Fue a América <strong>de</strong>l Norte para servir en la ciudad <strong>de</strong> Albany, Nueva York, unos tres<br />

años <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su conversión. Al llegar, continuó con su costumbre <strong>de</strong> tener el culto<br />

familiar en su casa, cosa que llamó la atención <strong>de</strong> sus vecinos y más todavía por ser él<br />

un militar. Esa costumbre creó en ellos interés por cono­cer la naturaleza <strong>de</strong> la religión<br />

que esa familia profe­saba y así muchos pidieron que se les admitiera a esas reuniones<br />

familiares.<br />

Pronto formóse un grupo en su casa que se reunía periódicamente para oración y<br />

me­ditación. Mientras tanto el Capitán tuvo noticias <strong>de</strong> las reuniones que Embury dirigía<br />

en Nueva York y resolvió ir hasta allí para ver <strong>de</strong> lo que se trataba.<br />

Fue memorable esa primera visita a la congregación metodista <strong>de</strong> esa ciudad. Llegó<br />

cuando el culto ya había empezado y sentóse entre la congregación con la espada en<br />

su flanco. Los hermanos al ver la presencia <strong>de</strong> ese militar lleváronse no pequeño<br />

susto,. pues pensaron que vendría para interferir en sus reuniones y cerrarles el local.<br />

Embury mismo no se sintió muy cómodo en el púlpito con ese extraño militar ante sí y<br />

que le acom­pañaba con mucho interés, mirándole fijo con ese sólo ojo que tenía.<br />

Cuando terminó su sermón, como era costumbre en ese entonces, Embury preguntó si<br />

alguien sentíase movido por el Espíritu como .para <strong>de</strong>cir alguna palabra <strong>de</strong> exhortación.<br />

A esa invitación levantóse el Capitán, quien ocupó el púlpito y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> colocar su<br />

espada sobre él dijo: "Hermanos, yo también soy metodista". Po<strong>de</strong>mos imaginamos el<br />

suspiro <strong>de</strong> alivio y la alegría que brotó <strong>de</strong> todos los pechos al saber que tenían en él<br />

otro hermano y con quien podían contar para el afianzamiento <strong>de</strong> la causa. Realmente<br />

vino a ser una columna fuerte <strong>de</strong> esa congregación y el que contribuyó más que<br />

ninguno para que se levantara esa primera capilla en Nueva York, para lo que reunió<br />

mu­cho <strong>de</strong>l dinero necesario.<br />

Poco tiempo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> ese encuentro se jubiló y se estableció con su familia en una<br />

isla <strong>de</strong> Nueva York, llamada Long Island, en la localidad <strong>de</strong> Jamaica, don<strong>de</strong> pronto<br />

formó una sociedad. Ahora que ya no tenía obligaciones con el ejército, entregóse<br />

enteramente a la predicación y extendió sus labores por toda la isla, yendo más allá<br />

hasta Nueva Jersey, Delaware, Maryland y Pensilvania. Pronto la fama <strong>de</strong> sus<br />

predicaciones tras­cendió y se afirmó. En la ciudad <strong>de</strong> Fila<strong>de</strong>lfia fundó una sociedad<br />

con siete miembros, quienes constituyeron el núcleo inicial <strong>de</strong> 10 que es todavía la<br />

congregación <strong>de</strong> San Jorge.<br />

Al igual que en Nueva York, interesóse para que la sociedad tuviese su propio local <strong>de</strong><br />

cultos y, en consecuencia, empeñóse para que en 1769 se adquiriera y concluyera un<br />

edificio que pertenecía a una congre­gación reformada alemana parcialmente<br />

constituida. Ese templo modificado y reconstruido en partes se usa toda­vía, siendo

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