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susana wesley - Igreja Metodista de Vila Isabel

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Tampoco fueron lo que fueron por pertenecer, por lo visto, a una sola clase, la clase <strong>de</strong> los<br />

privilegiados o <strong>de</strong> los <strong>de</strong>sprotegidos. En esta nuestra "Extraña Estirpe <strong>de</strong> Audaces”<br />

encontramos a teólogos, nobles, hacendados, médicos, abogados, artesanos, soldados,<br />

agricultores, maestros, amas <strong>de</strong> casa y sirvientes, todos ellos pasan ante nuestra vista<br />

poseídos por una misma y profunda pasión, yendo en busca <strong>de</strong> un mismo blanco y bregando<br />

en el mismo afán <strong>de</strong> superación y abnegación para encontrar <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la vocación común -<br />

que las distinciones humanas nada son - que lo que vale es lo que llevamos <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong><br />

nosotros, esa <strong>de</strong>cisión <strong>de</strong> sintonizar nuestro yo pequeño e insignificante con el gran Yo <strong>de</strong>l<br />

universo.<br />

Tampoco lo fueron porque pertenecieron a una <strong>de</strong>ter­minada escuela teológica. Algunos que<br />

eran teólogos, <strong>de</strong>scartaron su teología formal y tradicional. Otros nunca supieron <strong>de</strong> ella, ni se<br />

preocuparon por adquirirla <strong>de</strong> una manera sistemática, ni vinieron a constituir una nueva<br />

escuela teológica. Sus doctrinas y sus creencias son comunes a uno y otro grupo <strong>de</strong> cristianos.<br />

No <strong>de</strong>scubrie­ron nada nuevo u original o superior a lo que ya se sabía en el terreno <strong>de</strong> los<br />

conocimientos <strong>de</strong> las cosas <strong>de</strong> Dios. Solamente dieron énfasis a ciertos conceptos teológicos y<br />

bíblicos <strong>de</strong>susados, olvidados o <strong>de</strong>spreciados por conve­niencias <strong>de</strong>l momento o para "cubrir<br />

una multitud <strong>de</strong> pecados" o por inercia para no salir <strong>de</strong>l "statu quo" o por temor a lo que<br />

pudiese <strong>de</strong>cirse o por no ofen<strong>de</strong>r a los que vivían en libertinaje.<br />

El movimiento metodista nunca distinguióse por su teología. Como lo dijimos al principio no ha<br />

sido una nueva doctrina, sino una nueva vida, un esforzarse por encarnar el espíritu <strong>de</strong> Cristo,<br />

que en el <strong>de</strong>cir <strong>de</strong>l apóstol Pablo, es "tener el mismo sentir que hubo también en Cristo”.<br />

Tampoco lo fueron por querer formar una <strong>de</strong>nomina­ción con un gobierno eclesiástico más<br />

novedoso o un ministerio distinto. La forma <strong>de</strong>nominacional que toma­ría más tar<strong>de</strong> el<br />

movimiento, por diversos factores (algu­nos <strong>de</strong> los cuales fueron mencionados) fue tan<br />

solamente acci<strong>de</strong>ntal y <strong>de</strong> valor secundario.<br />

El movimiento encon­tró <strong>de</strong>s<strong>de</strong> sus comienzos la hostilidad y animosidad <strong>de</strong> los eclesiásticos<br />

responsables y así en lugar <strong>de</strong> operar <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l seno <strong>de</strong> la Iglesia, tuvo que imponerse al<br />

margen <strong>de</strong> ella, con contadas excepciones. Igualmente como aconteciera con los otros<br />

movimientos <strong>de</strong> reforma en el curso <strong>de</strong> la historia.<br />

Fue un movimiento <strong>de</strong>l Espíritu por el espíritu, <strong>de</strong> la gracia divina operando en recipientes<br />

sensibles a su llamado, <strong>de</strong> la pasión <strong>de</strong> Cristo manifestándose en seres conscientes <strong>de</strong> la<br />

gran<strong>de</strong>za y per­manencia <strong>de</strong> las cosas espirituales. Juan Wesley en verdad formó socieda<strong>de</strong>s,<br />

pero esas socieda<strong>de</strong>s no eran iglesias y <strong>de</strong>bían tener sus reuniones en períodos distintos a las<br />

horas en que las iglesias celebraban sus cultos.<br />

Los mi­nistros que ministraban en ellas eran ministros que pertenecían a otras iglesias y los<br />

llamados "predicadores irregulares", itinerantes o locales, eran en la mente <strong>de</strong> Juan Wesley tan<br />

solamente coadjutores <strong>de</strong> un ministerio regular. Whitefield, por su parte, nunca preocupóse ni<br />

siquiera <strong>de</strong> reunir en alguna forma aquellos a quienes alcanzó con su palabra.<br />

Fueron otros, juntamente con la con<strong>de</strong>sa Huntingdon, quienes trataron <strong>de</strong> darle forma <strong>de</strong><br />

permanencia a sus labores <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la idiosincrasia pre<strong>de</strong>stinataria y sólo ante la negativa <strong>de</strong><br />

los clérigos <strong>de</strong> la Iglesia Oficial <strong>de</strong> incorporar el movimiento <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la misma.<br />

Desafortunadamente el movimiento <strong>de</strong>sembocó en <strong>de</strong>nominacionalismo y por esto tal vez haya<br />

perdido el empuje, el entusiasmo, la frescura y la in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia que tenía en sus prístinos<br />

tiempos.<br />

¿Qué fue entonces lo que contribuyó para que los <strong>de</strong>stellos <strong>de</strong> esas personalida<strong>de</strong>s quedasen<br />

con reverbera­ciones inextinguibles? Trataremos <strong>de</strong> analizar, tan bre­vemente cuanto nos sea<br />

posible, esos elementos que transcien<strong>de</strong>n estados, clases, posiciones, conocimientos y<br />

tradiciones.<br />

1. En primer término estaba la convicción firme <strong>de</strong> que uno tenía que experimentar por sí<br />

mismo el perdón y el amor <strong>de</strong> Dios en Cristo. No bastaba que la Biblia y la Iglesia lo dijeran.<br />

Eso no daba seguridad a nadie. Cada uno presa <strong>de</strong> la angustia y la incertidumbre, <strong>de</strong>bía., por

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