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susana wesley - Igreja Metodista de Vila Isabel

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"Estoy muerto para Europa y vivo para la India. El mismo Dios me ha dicho: 'Ve a<br />

Ceilán'. Prefe­riría antes que no ir ser arrojado <strong>de</strong>snudo a sus costas y sin un amigo.<br />

Estoy aprendiendo la lengua portu­guesa continuamente." (9)<br />

Cuando la Conferencia Anual finalmente <strong>de</strong>sechó su proyecto, él volvió a su aposento<br />

llorando <strong>de</strong> <strong>de</strong>sespera­ción por las calles. Pasó casi toda la noche en lágrimas y<br />

orando. Un misionero amigo suyo que le había acompañado la noche anterior, encontró<br />

a la ma­ñana siguiente la cama tendida así como en la víspera. Realmente el Dr. Coke<br />

no se había acostado y cuando volvió a la sala <strong>de</strong> sesiones hizo una apelación<br />

conmovedora y patética para que la Conferencia revocara su anterior <strong>de</strong>cisión.<br />

Nuevamente ofrecióse a sí mismo para ir, a<strong>de</strong>más puso a disposición <strong>de</strong> la misma una<br />

suma igual a treinta mil dólares para hacer frente a los gastos. Ante ese dramático<br />

ofrecimiento, escudado por el apoyo <strong>de</strong> algunos amigos, la Conferencia ya no pudo<br />

resistir. ¡Hubiera, a<strong>de</strong>más, parecido ser una oposición a la misma voluntad <strong>de</strong> Dios!<br />

Finalmente se votó autorizándolo a ir y a llevar consigo otros siete compañeros, uno<br />

para África <strong>de</strong>l Sur y los otros para la India. Regresó a su aposento llorando ahora <strong>de</strong><br />

alegría y diciendo al mismo misionero que acompañárale el día anterior: “¿No te había<br />

dicho que Dios respon<strong>de</strong>ría a nuestras oraciones?"<br />

El 30 <strong>de</strong> diciembre <strong>de</strong> 1813 el Dr. Cake y los otros misioneros partieron hacia la India.<br />

El viaje fue <strong>de</strong>masiado largo para el anciano y enfermo visionario; Muchas tempesta<strong>de</strong>s<br />

habían azotado al convoy en que iban y en la mañana <strong>de</strong>l 3 <strong>de</strong> marzo <strong>de</strong> 1814 cuando<br />

estaban cerca <strong>de</strong> la meta, el sirviente que llamó a su puerta a las cinco y media, hora<br />

en que siempre se levantaba, no recibió contestación. El Dr. Coke yacía extendido en<br />

el suelo <strong>de</strong>l camarote. Sobre su rostro dibujábase todavía una sonrisa. Parece que se<br />

levantó para llamar por socorro y que quedó sin vida tras un golpe apoplético.<br />

El seno <strong>de</strong> las olas recibieron el cuerpo <strong>de</strong>l gran misio­nero. Los soldados que estaban<br />

en el barco fueron alinea­dos para prestarle el postrer homenaje mientras que la<br />

campana <strong>de</strong>l barco tocaba tristemente el adiós. Todos los pasajeros y tripulantes<br />

asistieron en patético silencio a la ceremonia <strong>de</strong> su sepultura, en la hora en que el sol<br />

tra­montaba sobre las aguas. Alguien dijo que el cuerpo <strong>de</strong> un alma tan gran<strong>de</strong><br />

solamente podía tener por sepultura un lugar tan inmenso como el océano. Su obra no<br />

tra­montó con el tramontar <strong>de</strong> ese día.<br />

A pesar <strong>de</strong> que sus compañeros quedaron consternados con su muerte, prosiguieron<br />

en la empresa. Y plan­taron en esas tierras lejanas la simiente <strong>de</strong> la fe, que con los<br />

años produciría frutos permanentes y abundantes. Cuando recibióse en América la<br />

noticia <strong>de</strong> su muerte, la Conferencia Anual pidió que F. Asbury predicase el sermón en<br />

memoria <strong>de</strong>l extinto. Su antiguo colega recordó la ocasión en su Diario:<br />

"Domingo 21 <strong>de</strong> junio <strong>de</strong> 1815. Por voto <strong>de</strong> la Conferencia ayer prediqué el sermón en<br />

memoria <strong>de</strong>l Dr. Coke -benévolo <strong>de</strong> mente y alma, <strong>de</strong> la ter­cer rama <strong>de</strong>l metodismo <strong>de</strong><br />

Oxford- un gentil­hombre, un erudito y para nosotros un Obispo. Como ministro <strong>de</strong><br />

Cristo, fue en abnegación, en labores y en obras, el hombre más gran<strong>de</strong> <strong>de</strong>l último<br />

siglo."<br />

Mayor tributo que el que le rindiera Asbury no po<strong>de</strong>­mos hacerle nosotros. No sólo fue<br />

el hombre más sobre­saliente <strong>de</strong> su época, entre los que Dios levantó en el seno <strong>de</strong>l<br />

movimiento metodista, sino que su figura aún nos <strong>de</strong>safía a que no cejemos <strong>de</strong> ir<br />

"hasta los confines <strong>de</strong> la tierra" en obediencia al mandato <strong>de</strong> Cristo <strong>de</strong> "Id y predicad el<br />

Evangelio a toda criatura."

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