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fingimiento y su sofisticación. Todos dan la sensación de haberse reunido para estar
solos en grupo” (Powell, 1969:41).
Al continuar con el análisis, me doy cuenta que a partir de la tercera sesión del taller
se presentó un cambio de interacción entre el grupo de mujeres a raíz de la actividad
prevista para ese día- “¿Cómo está la olla de Eva?”, dinámica para facilitar el contacto
con su Eva interna, para que se expresaran libremente dibujando en un jarro de barro,
lo que surgiera desde su interior. -;
[…] se fueron cada vez más permitiendo ser ellas mismas, pues pude observar que se iban
dejando llevar por la experiencia; sus cuerpos relajados, la libertad de mover sus manos al pintar el
jarro, su permitirse sentir. Me di cuenta que la dinámica […] les permitía comunicarse con su yo
mismo, de una forma más directa y natural (B3: 421-425, Octubre 6,2010).
(F13, Octubre 6,2010) (F7, Octubre 6,2010) (F14, Octubre 6,2010)
Cada mujer del conjunto comenzó a interiorizar hacia sí misma, pues de acuerdo
con la quinta etapa grupal referida por Rogers (2001), se hace pública la expresión y
exploración del material personalmente significativo, pues cada participante manifestó
resistencia a la expresión personal o confusión, pero sin apariencias puesto que “existe
cierta libertad, aunque riesgosa. Comienza a generarse un clima de confianza. Corre
entonces el albur de permitir que el grupo conozca una faceta más honda de sí mismo”
(2001:26). Por lo que aprecio que la actividad favoreció a que se diera el primer paso de
interacción vinculada entre cada mujer; en reciprocidad hacia su sí misma y en
conexión con las demás.
La mutualidad en el grupo de mujeres comenzó a desplazarse hacia un nivel de
profundidad al realizarse la segunda parte de la actividad; - escribir en “papelitos”
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