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Corcho Loco y Otros Relatos - GuajaRs

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Asentí y regresé a mi hogar. Lo que ocurrió entonces es parte de otra pesadilla.<br />

Fueron quince días, en los que dediqué largas horas a interrogar a cada uno de<br />

los habitantes del pueblo. No tenía ningún plan, no tenía ningún chivo expiatorio.<br />

Tampoco era capaz de declararme culpable.<br />

No dormí, no comí. El día quince me volvió la cordura y se sentía como si nunca<br />

la hubiera perdido. Mi conclusión ante los padres y hermanos de la desaparecida es<br />

que la joven había enloquecido y escapado con rumbo a lo desconocido. Quizá en el<br />

siguiente pueblo, a dos semanas de distancia, tuvieran noticias de ella.<br />

Y así la familia completa se alejó con esperanza en sus corazones y mi mentira<br />

como único pilar de fe. El pueblo fue como una tumba por varios meses, nadie tenía el<br />

valor de salir a la calle y menos de dejar a sus hijos solos. Eso sólo significaba que mi<br />

palabra no era de fiar.<br />

Pero seguí haciendo mi trabajo, la doctrina lo ordenaba y así hice que se<br />

cumplieran sus preceptos. Pronto las pesadillas perdieron fuerza y fueron rutina.<br />

Incluso llegué a creer que nada había ocurrido.<br />

Prisma.<br />

Así era yo.<br />

Hasta que una noche en el atardecer de mi vida alguien asesinó a la viuda<br />

9<br />

Entro a mi casa y siento, tenue pero inconfundible, el aroma del té de bosta.<br />

Intento gritar por ayuda, pero una mano me tapa la boca y dos manos fuertes me<br />

levantan de los pies y me conducen hacia el sótano.<br />

Mi pobre corazón moribundo parece que va a estallar, ahora no podría gritar<br />

aunque lo intentara. Mis captores me dejan en el piso frío, encienden una lámpara exótica<br />

que expele un fuerte olor a grasa y se sientan delante de mí con sus rostros compungidos.<br />

Son Carlo y Claudio, marcados por años de trabajo duro y una vida sin descansos.<br />

—Don Artemio —dicen al unísono y luego hablan de a uno como si hubieran<br />

practicado este discurso por años—. Venimos a solicitar su perdón. Asesinamos al<br />

22

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