Corcho Loco y Otros Relatos - GuajaRs

cantinero, ese animal traidor... pero no es por eso que solicitamos clemencia. Creíamos
que usted... pensábamos... se nos dijo que fue usted mismo quien asesinó a nuestra
hermana.
Mi corazón sigue latiendo débilmente y mi mente se esfuerza en mantenerse
alerta a cada palabra. ¿Es verdad lo que acabo de oír o se trata de la alucinación de
un viejo que está a un paso de la muerte?
—Hace cinco años regresamos al pueblo, de incógnito. Buscábamos pistas
de nuestra hermana desaparecida hace mucho, usted recuerda... Y fuimos
recibidos por la señora Prisma, quien debemos admitir que nos trató de una
manera inadecuadamente cariñosa, cosa que no rechazamos por supuesto... Nos
abrimos ante ella, dijimos quiénes éramos y por qué estábamos aquí, el vino
dulce de ella nos hizo hablar con facilidad. Y luego de sentir nuestra desdicha
nos contó la historia que había oído de otro hombre, el cantinero, a quien
prometimos jamás molestar pues de ello dependía su honor de dama en el
pueblo.
»Entonces juramos vengarnos. Regresamos hace una semana y nos
ocultamos en lo de la viuda. Planeamos todo con mucho detalle, no dejamos
nada al azar, raptaríamos ficticiamente a doña Prisma y esperaríamos quince
días hasta que usted... esperábamos que usted se delatara... cosa que nunca
iba a ocurrir. No lo íbamos a matar señor, nada de eso, sólo deseábamos
saber qué había ocurrido, dónde están los huesos de nuestra santa hermana,
sólo eso...
»La viuda nos ayudó, ya lo sabe. Pintamos el techo con sangre de cabra, la
viuda puso su anillo en un florero, cortó un mechón de su cabello y lo colocó en el
suelo. Estaba todo preparado y entonces oímos que alguien abría la puerta de
atrás. Era el cantinero, que venía borracho. Por suerte no se percató de lo que
habíamos hecho y la viuda lo metió en su habitación.
»Salimos de la casa, pero el hombre nos descubrió, o descubrió nuestro plan,
no lo sabemos. Bajó al lavadero y trabó la puerta, que no pudimos abrir. Luego
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