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Corcho Loco y Otros Relatos - GuajaRs

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Nos fuimos corriendo hasta mi cabaña. Seguía intacta, pero el semillero alto<br />

olía algo. Transportamos todas las macetas al interior de la casa, trabamos las puertas<br />

y tapiamos las ventanas. Si nos prendían fuego, estábamos perdidos.<br />

Esa noche no dormimos. Yo tenía un rifle y algunas balas. Estaba preparado<br />

para cualquier cosa.<br />

Al día siguiente mi amigo verde me anunció que el peligro había pasado, por el<br />

momento. Los invasores no nos habían notado y siguieron de largo hacia el pueblo, de<br />

donde salían columnas de humo de las numerosas chimeneas.<br />

El Semillero me ayudó a cubrir los muros de la cabaña con barro y agua que<br />

pronto se congeló. Cavamos un túnel por debajo del piso entrar o salir, camuflamos el<br />

lugar con matorrales y ramas y allí nos quedamos durante la siguiente semana.<br />

Teníamos que proteger a los retoños de cualquier modo.<br />

Oíamos disparos provenientes del pueblo, todos los días, hasta que no oímos<br />

nada más. Pensé lo peor.<br />

El día después escuchamos los gritos de Tuzo que se acercaba corriendo.<br />

Habían ahuyentado a los invasores y un grupo de hombres armados los estaba<br />

persiguiendo hasta su guarida. Salimos de la cabaña aliviados.<br />

De acuerdo a las descripciones del médico, los Montañeses eran visiblemente<br />

más fuertes que los Semilleros, pero en comparación con ellos eran primates<br />

estúpidos y se asustaban fácilmente.<br />

Agradecimos las buenas noticias, mi amigo verde bailó al rededor nuestro y<br />

Tuzo se llevó cinco macetas. Le explique los detalles sobre sus cuidados y, una vez<br />

conforme, se marchó.<br />

Aún así no nos fiamos del todo y permanecimos atrincherados, hasta estar<br />

seguros que la amenaza había desaparecido. Entretanto el Semillero había aprendido<br />

algunas palabras de mi idioma y se esmeraba en aprender más, pero yo le pedía que<br />

no aprendiera nada. No quería envenenar su cultura con la mía.<br />

Pronto recibimos noticias del pueblo. Habían capturado una docena de<br />

montañeses y los mantenían sedados para que no se hiciera daño. Los médicos habían<br />

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