Corcho Loco y Otros Relatos - GuajaRs
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frutales y verduras. Podríamos sobrevivir sin problemas incluso en un ambiente de<br />
cero absoluto.<br />
Equipamos las casas para soportar el frío y mientras se terminaban los nuevos<br />
hogares, aquellos que vivimos solos tuvimos que compartir nuestro hogar con una<br />
familia de colonos. Yo acepté deseoso, algo aburrido y triste sin mis duendes vedes.<br />
Mis invitados fueron una pareja joven que había contraído matrimonio apenas<br />
llegaron al planeta, Claudio y Helena. El primer día quisieron que les hablara del lugar.<br />
Hice lo que pude por no inventar nada ni parecer exagerado. Les narré nuestra<br />
llegada, la felicidad de encontrarnos como en casa, la aparición de la Señora Ratón y<br />
de la plaga. Exageré un poco sobre lo último. Ellos lloraron y se acostaron sin cenar.<br />
Yo me levantaba temprano a regar mis plantas en el cuarto extraño con repisas<br />
y piletas llenas de agua. Ellos me miraban con curiosidad, sin preguntar nada. imaginé<br />
que les habían ido con algún chisme antes de venir así que esa tarde les conté la<br />
historia oficial sobre los Semilleros.<br />
Desde entonces me miraron con otros ojos, más respetuosos. Yo había<br />
domado una potencial amenaza para todos y ahora podía deshacerme de ellos<br />
cuando quisiera. Vi el peligro de esa idea e inventé una historia sobre sus "hermanos<br />
mayores" y no agregué nada más, alegando que había prometido no hablar de ello.<br />
Era un secreto.<br />
Un día almorzábamos cuando la joven comenzó a sentir cosquillas en el<br />
estómago. Les hablé de los parásitos y se pusieron a llorar, atormentados por otras<br />
historias que hablan sido inventadas durante el viaje acerca animales microscópicos<br />
que te comen desde adentro. Les dije que yo llevaba quince años conviviendo con uno<br />
en el estómago y que eso me habla ayudado a sobrevivir a otras enfermedades<br />
parasitarias producto de beber agua sin hervir. Ambos palidecieron y pude notar su<br />
temor y resignación.<br />
Reconozco que disfrutaba con su ignorancia. En una semana se habían<br />
convertido en dos sombras aterradas. No querían quedarse solos ni un momento y yo<br />
comenzaba a sentir remordimientos por mi crueldad.<br />
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