Corcho Loco y Otros Relatos - GuajaRs

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oímos un grito, de él, vimos el fuego, corrimos a ocultarnos, la gente del pueblo comenzaba a llegar de todas direcciones y tuvimos miedo... »Más tarde notamos al cantinero entre la gente del pueblo, sobrio y con cara de santo. Entonces supimos que la historia que él había narrado a la señora Prisma había sido un invento, con el único fin de encubrir su delito. Él asesinó a nuestra hermana. Él asesinó a la señora Prisma. Él debía morir. »Cuando lo vimos saliendo de su casa ya no pudimos controlar nuestra ira, que nuestra hermana nos perdone donde quiera que esté... Al hombre le arrancamos el corazón y abrimos su estómago para que todos sintieran el hedor de sus entrañas... —Hijos —digo con un hilo de voz—, yo debo pedir disculpas, no pude ayudarlos cuando su hermana desapareció y no puedo ayudarlos ahora, porque estoy muriendo. Llévenme a mi cama, para morir dignamente en el lugar donde nací... Me levantaron en vilo sin delicadeza y subieron sin quejarse hasta mi cuarto. Allí me depositaron en mi cama y me cubrieron con mi sábana. —Deben marcharse de este pueblo —les digo cuando una fuerte puntada de dolor invade mi pecho y cuello—. Los perdono. Ahora vayan y vivan en paz. Carlo y Claudio se abalanzan sobre mí y besan mis manos. Salen de la casa y el dolor disminuye. Cierro los ojos para dormir y morir así, cuando la voz de Julio me despierta. —Don Artemio —dice de pie junto a mi cama—. Me mandan decir del crematorio que el cantinero tiene quemaduras en las piernas. —Di al pueblo que ya saben quién mató a la viuda Prisma. Diles también que fue el mismo asesino de la joven Cristal, los más viejos entenderán... Los hermanos de Cristal desenmascararon al asesino y se hicieron justicia. Diles que no deseo que nadie me moleste durante lo que resta del día. ¡Nadie! Y lleva esto contigo, es tuyo ahora... Le entrego el libro del código y la doctrina que reposaba solemne en mi velador. El joven Julio es tan buen candidato como cualquiera. —Don Artemio, no sé leer. 24
Le doy una palmada en las nalgas. El chico se va desconcertado. Ahora con mis carcajadas el dolor aumenta y se vuelve insoportable. 25
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—En la física moderna hay leyes
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personas a su paso, recolectando me
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mayores del barrio alto que vienen
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