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Corcho Loco y Otros Relatos - GuajaRs

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se fueron pensé que pronto la casa se haría pequeña para todos los que estaban por<br />

venir y que no tenía suficientes ollas para que chapotearan y se divirtieran.<br />

Comencé de inmediato a trabajar en un lugar especial para ellos. Construí un<br />

cuarto pequeño con tres pisos de veinte centímetros cada uno. Puse escaleras,<br />

barandas para que no se cayeran, una pileta con agua y macetas con tierra para<br />

plantar flores.<br />

Al día siguiente volvieron. Eran treinta. Entraron al cuarto, observaron<br />

asombrados, se bañaron, comieron y descansaron. Cuando caía la noche no se<br />

marcharon. En cambio, se enterraron en las macetas y allí durmieron con las cabezas<br />

afuera, roncando suavemente.<br />

Durante tres meses no volví al pueblo. Cada día había más hombrecillos y tuve<br />

que ampliar el cuarto. Ellos dormían en sus macetas y yo les daba frutas para que<br />

comieran.<br />

Entonces, una tarde vino un médico del pueblo, Tuzo. Muchos de los<br />

pobladores se habían preocupado al no verme en las reuniones del refugio. Dí una<br />

disculpa torpe y le pedí que se marchara.<br />

Él se fue mirando de reojo el cuarto ampliado en la parte trasera de la casa.<br />

Esa misma tarde fui donde los verdecitos y los conté, para asegurarme que no<br />

me habían robado ninguno. Les puse cintas con un número en los brazos y anoté cien<br />

de ellos. Desde que no llegó ninguno más, la puerta de entrada quedó cerrada, así que<br />

no podían aumentar en número. Pero al día siguiente había dos sin su cinta. Pensé que<br />

se las habían quitado, así que los conté a todos uno por uno y descubrí que estos eran<br />

nuevos.<br />

Una semana después había tres más. No pude localizar por dónde entraban y<br />

deduje que se multiplicaban de algún modo. Los observé detenidamente esa semana y<br />

descubrí a uno que se enterraba más temprano. Lo observé toda la noche y al día<br />

siguiente se desenterró como todos y siguió la misma rutina de bailes y chapoteos.<br />

Revisé su maceta con detenimiento y encontré una semilla negra, o un huevo. Lo planté<br />

en otro lugar y me quedé todo ese día y el siguiente esperando que algo ocurriera.<br />

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