Corcho Loco y Otros Relatos - GuajaRs
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Ponen su caballo a la cabeza del carruaje principal y mueven el cadáver de la<br />
anterior bestia a un lado.<br />
—¿Dónde está mi hermano? —pregunta el emisario y sólo recibe miradas<br />
cargadas de pesadumbre.<br />
No hay tiempo para lamentos. Con un grito inician la marcha rumbo al fuerte<br />
de Amanecer tan rápido como el caballo lo permite.<br />
A ratos oyen los aullidos de Eso, Vârcolac, o los gritos audaces de los<br />
encapuchados alejándose hacia las montañas.<br />
Aún faltan tres horas para el amanecer cuando se detienen ante la pesada<br />
puerta de guillotina del fuerte, una construcción imponente tan alta como los árboles<br />
con los que está construido, troncos robustos de más de cinco metros de altura<br />
adornados con estacas removibles que apuntan hacia el exterior y algunos incluso<br />
tienen ramas verdes en sus copas.<br />
Los muros altos del fuerte rodean la falda del pequeño cerro coronado por un<br />
macizo de roca. Y por el tamaño de los árboles cercanos al fuerte, más pequeños que<br />
los árboles del bosque, debió ser construido hace mucho tiempo.<br />
—¿Quién trae la peste a nuestra casa? —grita el vigía en la torre junto a la<br />
puerta, un hombre macizo de rostro duro y bigote cano.<br />
—Somos los últimos sobrevivientes del fuerte Nascimento —dice el hombre a<br />
la cabeza del grupo, el mismo que montara el caballo en busca de ayuda y que a fuerza<br />
de necesidad se ha convertido en líder—. Hemos emprendido este viaje sin retorno a<br />
un gran costo...<br />
—¡Habla simple, extranjero!<br />
—Buscamos asilo y la posibilidad de formar un nuevo hogar. Estamos bajo la<br />
protección de los siete encapuchados. Han sido tres días de viaje y...<br />
de cadenas.<br />
Antes que termine su frase la puerta ha comenzado a elevarse con un rechinar<br />
—Adelante, rápido —dice el mismo hombre que les increpara desde la torre,<br />
ahora hincado al otro lado del portal, su expresión suavizada por la premura. Cuando<br />
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