Corcho Loco y Otros Relatos - GuajaRs
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encontrar nada extraño, excepto un animal con forma de araña que atacaba cualquier<br />
cosa que se moviera y que estrangulaba su presa hasta dejarla sin aire. Tres personas<br />
murieron durante los primeros avistamientos, y nadie tuvo problemas en salir de sus<br />
casas para matar al bastardo. Cuando llegué con mi rifle ya lo habían reducido a una<br />
masa de carne y plomo.<br />
Por esa época me enamoré. Ella tenía veintitrés años y se llamaba Liara. Era<br />
hermosa. Bailaba cada atardecer en los campos cubiertos por burbujas y pájaros.<br />
Paseábamos por la orilla del río en las mañanas, recogiendo esponjas y pescando<br />
gusanillos para el desayuno.<br />
Nos conocíamos de antes, cuando corríamos por los pasillos de la nave antes de<br />
llegar a Hogar. A menudo proyectábamos nuestras vidas hacia el futuro, planeábamos<br />
viajes y la colonización del resto del planeta. Revisábamos mis anotaciones de las<br />
reuniones en el refugio y especulábamos sobre cada extraño fenómeno, creando mitos<br />
que después difundíamos en el pueblo.<br />
Nos íbamos a casar. Estaba todo listo. Pero vino la Peste.<br />
Comenzó como un resfrío. Un día después, todo el pueblo cayó enfermo con<br />
fiebre y hemorragias. Los parásitos estomacales morían y el cabello se caía de todo el<br />
cuerpo. Nadie sabía cómo se transmitía ni de dónde había salido. Nadie esperaba<br />
enfermarse jamás.<br />
Los virus presentes en otros animales y que no eran compatibles con nosotros,<br />
habían mutado a lo largo de los años adaptándose a nuestro metabolismo y bastó con<br />
que una persona enfermara para que el pueblo quedara desprotegido. Los médicos no<br />
sabían qué hacer. Ellos mismos enfermaban y quedaban postrados en sus casas. Dos<br />
días después del primer caso la mitad del pueblo había sido diezmada. Mamá y papá<br />
no sobrevivieron. Tampoco Liara.<br />
Los médicos sobrevivientes no pudieron hacer nada. Tenían las mejores<br />
máquinas para encontrar una cura y cuando lo hicieron ya era demasiado tarde. Los<br />
que sobrevivimos creamos defensas contra el virus. Luego vinieron otras<br />
enfermedades, pero ninguna fue tan terrible como la primera.<br />
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