Corcho Loco y Otros Relatos - GuajaRs
Corcho Loco y Otros Relatos - GuajaRs
Corcho Loco y Otros Relatos - GuajaRs
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Una mujer solloza escondida en el grupo, pero nadie se mueve ni hace ademán<br />
de defenderse de aquella acusación.<br />
Raúl Roble comprende los horrores con los que ha lidiado esta gente, aunque<br />
sin olvidar los gritos de clemencia de sus padres torturados, rogando por una muerte<br />
rápida. Y todo comenzó en una misma fecha.<br />
—¿Qué ocurrió hace cinco años? —pregunta con los ojos cerrados, calmando su pulso.<br />
El Guardián se percata del tono seguro y postura tranquila de este hombre y<br />
sonríe complacido.<br />
—Hace cinco años los sabios hombres y mujeres de este pueblo perdieron a su<br />
Guardián —dice el que alguna vez fue hombre, el odio destilado en cada sílaba— y<br />
ante esa terrible pérdida votaron para que otra persona tomara su lugar.<br />
»Pero fueron más astutos aún, oh, grandes sabios. No llamaron voluntarios,<br />
nada de eso. Eligieron siete afortunados, siete hombres despreciados en todo el<br />
pueblo por su mala actitud, por errores imperdonables cometidos en el pasado o por<br />
simple codicia o celos, para privarles de su contagiosa cercanía. Siete culpables. Siete<br />
es mejor que uno, fue su razonamiento. ¡Imbéciles!<br />
»Uno a uno fuimos entregados al matuasto como ofrenda, ¡contra nuestra<br />
voluntad! Uno a uno fuimos aceptados por el monstruo y perdimos nuestra<br />
humanidad por ello.<br />
»Deseábamos llenar de muerte este cínico nido de ratas... pero algunos todavía<br />
tenemos familia o amigos, aunque nos hayan dado la espalda.<br />
»Por ellos y porque no somos monstruos, cobramos el Diezmo cada sábado al<br />
caer el sol desde hace cinco años, dispuestos a dar nuestra vida para evitar que sean<br />
alimento de monstruo.<br />
—El matuasto se vio sobrepasado y simplemente se marchó —dice Pedro del<br />
Páramo, que ha regresado a la choza en silencio, manteniéndose detrás del Guardián.<br />
Ambos se observan intensamente y rompen el contacto sin hablarse.<br />
—Uno de los Guardianes ha muerto —concluye el Guardián sin ceremonia—, el<br />
matuasto le ha partido en dos con sus propias manos. Ahora Él ha regresado para<br />
58