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Corcho Loco y Otros Relatos - GuajaRs

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Estaba claro que debajo de la tierra algo crecía, porque la maceta parecía estar<br />

cada vez más llena. Entretanto en el cuarto de los verdecitos se había armado un gran<br />

alboroto. Un grupo de hombrecillos parecía discutir en torno a la maceta maltratada.<br />

Los animé a que me siguieran y, les mostré la otra maceta. De inmediato comenzaron<br />

a bailar y a festejar. Para ellos no había disgusto que durara más de un minuto.<br />

El hombrecillo emergió de la tierra esa tarde. Me miró con curiosidad y yo lo<br />

conduje con sus hermanos. Nuevamente se armó una fiesta. Les repartí frutas y<br />

verduras frescas, llené las piletas con agua cristalina del río y me preparé para ir al<br />

pueblo.<br />

Todos en la reunión parecían alegres de verme. El médico les había hablado de<br />

mi extraño comportamiento y supusieron que tramaba algo y que no quería compartir<br />

la información. A fin de cuentas, era un pueblo chico y hasta con la caída de un árbol se<br />

armaba alboroto. Pero al menos la vida privada seguía siendo privada.<br />

Subí al podio y me quedé allí mirando las caras expectantes. Abrí mi chaqueta y<br />

de un bolsillo interior saqué a un hombrecillo. El pobre estaba asfixiándose, así que lo<br />

sumergí en un vaso con agua y le dí fruta. Entretanto todo el pueblo me rodeó para ver<br />

de cerca a esa extraña criatura. Los niños querían tomarla, pero no los dejé. Pensé que<br />

había hecho una estupidez al llevarlo hasta allí. Ya no estarían seguros, alguien podría<br />

cazarlos o convertirlos en mascotas.<br />

Dije que eran peligrosos si se los molestaba. Confiaban en mí y por eso no me<br />

hacían nada. Vi rostros aterrados que se alejaban del círculo. Mucha gente los había<br />

visto antes y pensaron en atraparlos para hacerse famosos. Se esparció la tonta idea<br />

de que eran una civilización avanzada que vivía bajo tierra.<br />

Me preguntaron cómo se llamaban y como no se me ocurría nada pomposo ni<br />

aterrador, dije Semilleros. Comen fruta, atrapan un animal y ponen mil semillas en su<br />

cuerpo. Cuando nacen el animal muere atormentado por terribles dolores.<br />

Al final de la noche sólo los médicos permanecían cerca de nosotros. Tuzo que<br />

permanecía más cerca que el resto, sabía que mentía. Lo noté por su mirada y de algún<br />

modo también comprendí que guardaría el secreto.<br />

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