Corcho Loco y Otros Relatos - GuajaRs

guerra no termina, nunca terminará. Y a pesar de todo no desean destruirse, se
concibe una tregua.
Las esferas les llaman. Son sus hijos, hermosos e incompletos. El instinto
embebido en su recién adquirida capacidad reproductiva les indica que cada uno de
ellos necesita de una máquina existente, una estructura sin voluntad, para completar
el proceso. La tarea no es difícil, el universo está plagado de chatarra y cadáveres de
luchadores olvidados.
Las recogen entre ambos y por un instante la furia instintiva renace. Quieren
tener a la mayoría de sus hijos, sino a todos, bajo su poder; adiestrarles en la doctrina
del metal y la gloria. Desean reconstruir el imperio, ser emperadores. Planifican la
muerte para el otro, aunque tengan que destruir a una parte de su recién creada
descendencia para lograr el predominio. Y en cambio asumen la mutua derrota, la
lógica de la situación es inequívoca, la nueva vida no debe ser desperdiciada y el
sacrificio propuesto es aceptable. Se marchan en direcciones opuestas, cada uno
portando tres esferas.
El séptimo hijo despreciado queda solo flotando a la deriva, expuesto a la
radiación estelar y los campos de atracción de la materia que le rodea. Su conciencia
es limitada, su experiencia es nula. Sólo una directiva, un instinto básico, le recuerda
que está vivo y que debe encontrar un hospedero. Su existencia depende de ello.
Absorbe los nutrientes desperdigados entre los asteroides y construye nuevos
instrumentos y piezas, sentidos que le permitirán comprender su entorno. Siente un
murmullo invadiendo sus recién creados circuitos, ondas extrañas que no puede
traducir. Es atraído hacia su fuente, lleno de ansiedad y codicia. No muy lejos de allí un
mundo lleno de máquinas lo espera.
Se mueve utilizando los campos gravitatorios de las rocas, calcula una ruta
balística hacia su destino, avanza ahora sin poder detenerse, con algo cercano al
pánico recorriendo su estructura consciente. La atmósfera del planeta es dura,
corrosiva. Cae encendido en llamas.
Duele.
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