Corcho Loco y Otros Relatos - GuajaRs
Corcho Loco y Otros Relatos - GuajaRs
Corcho Loco y Otros Relatos - GuajaRs
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Se aleja para informar a su compañera Rosa, quien le espera de pie fuera de<br />
una choza cercana, cuando ve a Raúl Roble acercándose tambaleante, el rostro pálido,<br />
empuñando su daga ensangrentada.<br />
Los Guardianes descubren sus rostros, alertados por el olor de la merienda.<br />
Raúl acaba de matar a su hermano.<br />
—Lamento sinceramente todo lo ocurrido —dice Pedro juntando sus palmas<br />
para elevar una oración a los Dioses. Está verdaderamente atribulado, pero también<br />
sabe que la falta de un Guardián pondrá en peligro la seguridad del pueblo. Deberán<br />
encontrar otro voluntario y pronto—, yo...<br />
No termina la sentencia. La daga de Raúl Roble ha entrado por su garganta<br />
lentamente, avanzando sin piedad hasta tocar una vértebra.<br />
—Estás matando a mi primo más querido —dice uno de los Guardianes con<br />
una sonrisa sádica llenando su rostro al tiempo que sostiene el cuerpo de Pedro, que<br />
se agita con las convulsiones de su último aliento. En los ojos del moribundo puede<br />
leerse el horror que viene con el conocimiento de su destino a manos de los<br />
Guardianes, que no desperdiciarán ni una gota de su sangre.<br />
—Y seré condenado por ello —sentencia Raúl. Retira su daga y se queda a<br />
observar como los Guardianes se turnan para beber del cuello del moribundo,<br />
ansiosos, alegres. No se debe desperdiciar el alimento.<br />
Rosa Espinosa grita, el rostro descompuesto y los ojos desorbitados. Corre<br />
hacia su compañero muerto pero es retenida del cuello por otro Guardián,<br />
presumiblemente la Guardián de la voz amable. Rosa no puede articular palabras, al<br />
borde de la asfixia.<br />
—Abran la puerta —ordena Raúl y es obedecido—. Debo pagar por mi delito.<br />
El cuerpo vacío de Pedro del Páramo se derrumba sin ceremonias. Su mujer cae<br />
tendida a su lado, inconsciente pero sin daño permanente.<br />
Tres Guardianes escoltan a Raúl y elevan la puerta guillotina lo suficiente para<br />
que el condenado pueda arrastrarse fuera. Raúl deja la daga dentro del fuerte y sale a<br />
la luz de la luna sin mirar atrás, con los brazos extendidos y las rodillas en el suelo. Allí<br />
68